Sta Cruz, Tenerife (islas canarias-España), 04/04/2010.
Jesucristo es Impecable. ¿quién lo dice?
Uno de los aspectos de la vida de Jesús que más ha
asombrado a los hombres ha sido Su absoluta santidad e impecabilidad. La Biblia
afirma repetidas veces que Jesús es santo.
1.- El escritor sagrado: En Heb. 7:26–27, dice: Porque tal sumo sacerdote nos convenía: santo,
inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los
cielos; que no tiene necesidad cada día, como aquellos sumos sacerdotes, de
ofrecer primero sacrificios por sus propios pecados, y luego por los del
pueblo, porque esto lo hizo una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo. El argumento del escritor sagrado es enfático. Los sacerdotes
terrenales tenían que ofrecer sacrificios a favor de sí mismos antes de hacerlo
por el pueblo. Jesús, siendo santo, inocente y sin mancha, pudo ofrecerse a sí
mismo una vez por todas por los pecados de Su pueblo. No ofreció sacrificio por si mismo ya que no lo necesitaba.
El mismo escritor subraya la impecabilidad de Cristo,
diciendo: Porque no
tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades,
sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado (Heb. 4:15 Porque no tenemos un sumo sacerdote
que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según
nuestra semejanza, pero sin pecado).“Compadecerse” en
griego sumpathesai, de donde procede nuestra palabra “simpatía”,
significa entrar en nuestro dolor y condición y compartir nuestro sentimiento
al respecto. Esta palabra sólo se encuentra aquí y en Heb.10:34 en el NT. Estos dos pasajes demuestran
que nuestra capacidad para simpatizar con otros está basada en la capacidad de
Cristo para hacerlo. “Tentado”. Cristo fue probado pero no seducido
porque no había nada en El que pudiera responder al pecado. Tenía nuestra
debilidad física humana, pero no nuestra debilidad moral por el pecado. La
debilidad para nosotros es a menudo ocasión para el pecado, pero aunque El
sentía nuestra debilidad, eso no lo llevó a pecar. No era vulnerable como
nosotros. Su tentación no se limitó a la del comienzo de su ministerio público,
sino que tuvo que soportarla toda su vida.
2.- Del mismo modo el apóstol Juan escribió: «Y sabéis que El [Cristo]
apareció para quitar nuestros pecados, y no hay pecado en El» (1.a Jn. 3:5 Y sabéis que él
apareció para quitar nuestros pecados, y
no hay pecado en él). El apóstol Juan, refiriéndose a la visión del profeta Isaías
(6:1–3), afirma que Aquel de quien los serafines hablaron, diciendo:
«Santo, Santo, Santo, Jehová de los ejércitos», era nada menos que el propio
Señor Jesucristo. Juan dice: «Isaías dijo esto cuando
vio su gloria y habló acerca de El» (Jn. 12:41). En resumen, el
testimonio de las Escrituras es enfático. "No hay pecado en Él por su santidad absoluta".
3.- Durante su ministerio terrenal, Jesús retó a los líderes
religiosos de Israel, diciéndoles: «¿Quién de vosotros me redarguye de pecado?»
(Jn. 8:46). ¿Cuantos hombres hoy en día pueden decir esto? Ninguno.
4.- Aún los demonios reconocieron que Jesús era el «Santo de Dios» (Mr. 1:24 diciendo: ¡Ah!
¿qué tienes con nosotros, Jesús
nazareno? ¿Has venido para
destruirnos? Sé quién eres, el Santo de Dios. ).
5.- El apóstol Pablo afirma que «al que no conoció
pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia
de Dios en él» (2.a Co. 5:21).
Sólo un Cristo impecable podía ofrecerse a sí mismo como expiación por hombres
pecadores.
6.- Así como
el cordero pascual tenía que ser absolutamente santo y sin mancha, Pedro
le señala en su
epístola (1.a
P. 1:18–20 sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana
manera
de vivir, la cual recibisteis de
vuestros padres, no con cosas
corruptibles, como
oro o plata, sino con la sangre preciosa de
Cristo, como de un cordero sin mancha y sin
contaminación, 1Pe 2:22 el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca).
Cristo fue y sigue siendo impecable, lo dice el escritor a los Hebreos, Juan, Jesús, los demonios, , Pablo y Pedro. Su santidad es
incuestionable. Tal característica es una demostración de que Jesús es una
Persona divina.
S.A.S.P.
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