En el artículo anterior vimos algunas condiciones que
deberían darse para que se diera el parentesco espiritual que Dios demanda,
pero estos requisitos, no nos aclaran la pregunta que nos planteamos en este
tema. ¿Quién es mi hermano? Por su puesto, solo la palabra de Dios nos da las
luces necesarias para respondernos. Mi hermano(a), es alguien con el cual tengo
deberes que cumplir y viceversa, estos deberes deben ser practicados de forma
reciproca, y de la manera como Dios nos lo ha dejado explicado en su palabra
(la Biblia). Detallemos algunos de estos requisitos que se nos exige.
·
Mi hermano(a) es alguien a quien debo amar. 1Jn 3:14-18.
Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos. El que no ama a su hermano, permanece en muerte. 1Jn 3:18 Hijitos míos,
no amemos de palabra ni de lengua,
sino de hecho y en verdad.
Quien mejor que el discípulo amado, Juan para decirnos, que debemos amar a
nuestros hermanos, pero este planteamiento se queda incompleto a la pregunta
que nos estamos planteando. Si debo amar a mi hermano(a) pero, ¿Cómo? Juan nos
da la medida exacta de cómo debemos hacerlo. El verbo que usa en griego, para describir
la palabra “amar” en los pasajes anteriores, es ágape.
Y este verbo solo se usa al referirnos
al amor que Dios nos ha mostrado. Y es que Dios nos ama a pesar de lo que somos, no importándole nuestra
condición, ni si el amor que nos profesa es correspondido o no. El nos ama y
punto. Esta es la medida que Dios nos pide de cómo debemos amar a los hermanos,
como Él nos amo a nosotros. ¿Amo a mi hermano(a) de esta manera?, si está
escrito en su palabra es que si puedo hacerlo.
Amar a nuestros hermanos es evidencia de salvación, esto se nos dice en
1Jn 3:14, 1Jn 3:15, así que si hemos nacido
de nuevo, uno de los frutos de esta experiencia es el amor que debemos tener
hacia nuestros hermanos. Como tercer planteamiento, el mismo Señor nos dio su
ejemplo 1Jn 3:16, el amor se demuestra por
hechos y no meramente con palabras 1Jn 3:18, y la medida que Dios nos da es la misma que
el Señor cumplió, debemos estar dispuestos, de ser necesario a dar nuestras
vidas por los que comparten salvación con nosotros. La frase “PUSO SU VIDA POR NOSOTROS”, que Juan usa aquí, significa
en el original griego “QUITARSE EL MANTO”, y es que para los antiguos el manto era
muchas cosas, servía de abrigo y protección contra el frio y la lluvia, podía servir
como señal de posición social, lo usaban los reyes y gobernantes, mientras más
fino fuera el material usado, mas alta posición se ostentaba. En el caso del
Señor simbolizó poder, cuando la mujer con flujo toco su manto y fue sanada. Así
que esta expresión demuestra hasta qué punto el Señor nos amo, se desprendió de
todos sus privilegios, posición y poder, por amor a nosotros. ¿hay acaso una
prueba mayor de demostración de amor? Pues esta es la medida que se nos ha
dejado para amarnos los unos a los otros.
Las personas podrán
amarse mutuamente, solamente cuando lleguen a amar a Jesucristo. Si el mundo
amase a Dios no existirían las guerras. Tal vez esta sea la causa de que
existan problemas entre hermanos, asuntos sin resolver por años. ¿Sera que no
amamos al Señor lo suficiente como para que el amor por mis hermanos se haga
patente en nuestras iglesia y en el mundo? Si no amo a mi hermano al que veo, ¿como puedo amar a Dios al que no veo? Así como es necesario de conocer al
Señor para amarle, de esa misma manera es necesario conocer a los hermanos de forma personal para poder amarles.
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Mi hermano(a) es alguien a quien debo preferir. Rom 12.10 Amaos los unos a los otros con amor
fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros.
A diferencia de Juan, Pablo utiliza aquí
otro significado del verbo amor, y es fileo, cuya
traducción en el original quiere decir "AMOR FRATERNAL", literalmente se puede leer, “MOSTRAR AFECTO
FAMILIAR" unos a otros. Tal vez el lazo mayor de unión entre los seres
humanos, sea el consanguíneo, podemos demostrar simpatía a todos, pero cuando
hablamos de nuestra familia ya la cosa se compenetra mucho más, por nuestros
padres, hijos, hermanos de sangre, haríamos lo que sea para demostrarle que le
amamos. Esa misma empatía es la que Pablo quiere que sintamos por los que se
congregan con nosotros. Y ese amor familiar, tendrá como resultado que a la
hora de elegir en cualquier situación, escojamos a aquellos que comparten
nuestra fe, Señor y destino eterno. El vocablo "PREFIRIENDOOS” significa "IR DELANTE Y MOSTRAR EL CAMINO", así que la idea es de
asistir a los que necesitan de nosotros, mostrándoles el camino a aquellos que
lo hayan perdido.
La otra cara de la moneda nos la da el
final del versículo “prefiriéndoos los unos a los otros”. Este trato
de preferencia, no se traduce en sacarle partido a mi hermano para mi provecho,
sino que este trato debe ser recíproco y sincero. ¿A quién estoy “prefiriendo” a la hora de
elegir? en cualquier situación de mi vida. Pablo nos da un consejo a este
respecto, dice en Gál_6:10 Así
que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos; y mayormente a los de la
familia
de la fe.
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Mi hermano(a) es alguien a quien debo reprender. Mat 18:15 Por tanto, si tu
hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él
solos; si te oyere, has ganado a tu hermano.
En cualquier relación sea cual esta sea, habrán desavenencias y
desacuerdos, así que la palabra nos pone alerta cual debe ser nuestra actitud
al respecto. El mismo Señor dejó las bases para la solución ante cualquier
problema a solucionar entre hermanos(as). El primer paso debe darlo el
ofendido, el Señor dice “si tu hermano pecare contra ti”, si alguien de los
hermanos te ha agraviado, debes ir en busca de él. Si no te sientes capacitado
como para llevar una conv4ersación de este tipo, Pablo nos da la solución en Gal 6:1 “vosotros que sois espirituales, restauradle”.
Aquí esta acción pasa ya a mano de los responsables, quienes deben actuar sin
ninguna parcialidad, sino solo por el bienestar de la relación armoniosa que
debe existir en la iglesia.
La palabra clave y digna de resaltar es “repréndele” en griego, significa
entre otras cosas, poner en evidencia, generalmente con la sugerencia de que la
persona se avergüence de lo mal que ha hecho, donde está a la vista, más que el
hecho de exponerle al ofensor su falta. Por esta razón su vergüenza debe ser en
secreto, para no someter a la persona al escarnio público.
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Mi hermano(a) es alguien a quien debo perdonar. Mat 18:21 Entonces se le acercó Pedro y le
dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra
mí? ¿Hasta siete? Mat 18:22 Jesús
le dijo: No te digo hasta siete, sino
aun hasta setenta veces siete.
Por último paso y
seguido a la reprensión, debe ser al perdón, reconocer que debe haber perdón es
tan palpable como admitir que vamos a cometer agravio a los que me rodean. El
perdonar a mis hermanos significa no atesorar las afrentas recibidas en
nuestros corazones por tiempo indeterminado. Una vez más el ejemplo es nuestro
Dios, ha arrojado nuestros pecados a lo
profundo del mar, para nunca más acordarse de ellos. Perdonar es olvidar,
significa pasar página de ese incidente desagradable que ha empañado momentáneamente
la relación con aquel al que debo amar, preferir y reprender con paciencia. Pedro
quería ponerle tope a este perdón, haciendo aquella pregunta “¿hasta siete?”, Probablemente Pedro estaba pensando en las ofrendas
por el pecado o de la purificación donde el sacerdote tenía que rociar la
sangre siete veces Lev 14:7; 16:14, 19 o el
aceite siete veces Lev 14:16. Pero la respuesta
del Señor no deja lugar a duda, “setenta veces siete”. Este número es
una hipérbole de la ilimitada disposición para perdonar de corazón, la cual
debemos cultivar de forma práctica (léase Gen 4:24).
¿Estamos cumpliendo nuestros deberes para con nuestra familia espiritual? Que estos sencillos pensamientos nos ayuden a ser mejores Cristianos, más prácticantes y menos profesantes.
facebook: Sergio Simoes
tweeter: @heraldo67
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