martes, 9 de octubre de 2012

¿Quién es el adversario de mi causa? IV




¿Quién es mi adversario?

Isa 50:8  Cercano está de mí el que me salva;   ¿quién contenderá conmigo?  Juntémonos.   ¿Quién es el adversario de mi causa?  Acérquese a mí.

Nos toca ver la tercera y última respuesta a nuestra pregunta: “¿quién es?”, en esta ocasión tocante al aspecto de  “¿Quien es mi adversario?”. Isaías se plantea muchas preguntas entre ellas esta, para el eran muchos los que le adversaban, para nosotros tal vez no tantos como a él, pero no quisiera referirme a opositores terrenales, ni a adversarios semejantes a nosotros; Quiero que meditemos en nuestros enemigos espirituales y al mayor y principal de nuestros opositores, Satanás mismo.
Este ser es el principal enemigo de Dios y se ha opuesto a todo el que tenga que ver con Él; Su nombre significa adversario o el que está en contra, Satanás  es solo uno de los 40 nombres de este ser espiritual, de los cuales algunos son descriptivos mientras que otros son títulos que la palabra de Dios le asigna. He aquí alguno s de ellos:

“Acusador de los hermanos”                 Apc 12:10.
Príncipe de este mundo                          Jn 12:31, 14:30, 16:11.
Príncipe de la potestad del aire             Efe 2:2.
el dios de este siglo.                               2Co 4:4
Lucero hijo de la mañana                         Su nombre antes de la caída. /Isa 14:12      
Satanás (palabra de origen hebreo)                   Resistidor, destructor, adversario.
Diablo                                                     Acusador o calumniador.
Serpiente                                                 que expresa su sutileza en el ataque.
Dragón                                                    hace referencia a su poder /Apc 12:9.

Cada uno de los adjetivos antes descritos nos dan una idea de sus“cualidades”, quien se ha vendido, como un personaje imaginario e inexistente en estos últimos tiempos, siendo este tal vez uno de sus mayores logros, ya que ha llevado a la perdición en incredulidad a muchas personas ignorando las advertencias que Dios nos hace de él en su palabra; Haciéndonos ver a los que creemos en lo que Dios dice, como personajes anticuados y pasados de moda.

Dios no solamente nos advierte sobre nuestro adversario, sino que también nos da algunas armas para pelear esta batalla intangible y espiritual. Estos recursos lo podemos observar en la tentación de nuestro Señor descrita en Lucas capítulos 3 y 4, las cuales describiremos a continuación.
(i)       La Oración.   Luc 3:21  Aconteció que cuando todo el pueblo se bautizaba,  también Jesús fue bautizado;  y orando,  el cielo se abrió. La oración fue una actividad frecuente y habitual en la vida del Señor, y esto nos lleva a preguntarnos ¿necesitaba El usar este recurso? A lo que responderíamos que como hombre, sí que lo necesitaba, pero sabemos que además lo hizo apara darnos el ejemplo a seguir en cada tentación. Muchas fueron las ocasiones en las que Jesús oró: Lucas 5:16, 6:12, 9:18, 11:1, 23:34, 46. Como el perfecto Hijo del hombre el Señor oraba en sujeción a su Padre. El oro antes de ser bautizado, antes de ser tentado, al escoger a sus discípulos, en Getsemaní antes de su muerte; En fin hizo de este recurso de comunicación divina, una práctica habitual en su vida la cual dio como resultado una vida plena para Dios y para toda la humanidad. Usemos la oración poderosa y con fe, para derrotar a nuestro adversario.
 (ii)    El Respaldo del Padre.   Luc 3:22  y descendió el Espíritu Santo sobre él en forma corporal,  como paloma,  y vino una voz del cielo que decía: Tú eres mi Hijo amado;  en ti tengo complacencia. Este es la primera ocasión de las tres, en las que aparece el Padre hablando desde el cielo, las otras dos las encontramos en (Luc 9:28-36; Jn 12:28). Dándonos a entender el respaldo pleno y absoluto del que gozaba nuestro Señor. Nuestras vidas victoriosas son solo, si nos encontramos ubicados del lado de Dios. Si Dios no respalda nuestras vidas como creyentes, jamás podremos vencer a nuestro enemigo. Debemos vivir vidas a las que Dios apruebe, vidas separadas del pecado y puestas al servicio del Dios infinitamente santo.
 (iii)   El Poder del Espíritu.   Luc 4:1  Jesús,  lleno del Espíritu Santo,  volvió del Jordán,  y fue llevado por el Espíritu al desierto. Uno de los atributos dados al E. Santo es su poder, el Señor le advirtió a sus discípulos que recibirían este poder, cuando el Espíritu Santo fuese un morador permanente en ellos Hch 1:8. La palabra poder presenta dos significados en el griego: dunamis, indica un poder inherente al E. Santo, y que es capaz de llevar a cabo cualquier cosa. El otro significado es kratos: Es el poder manifestado por la acción. Así que tenemos a nuestra disposición el ilimitado poder del E. Santo, a partir del momento en que le hemos hecho huésped permanente en nosotros, por medio de la experiencia de la salvación, y adicionalmente a eso tenemos la responsabilidad de hacer manifiesto ese poder en nosotros por nuestras actitudes pertinentes a lo que Dios espera de mi, producto de una vida santa y apartada del mal. Si somos salvos, tenemos ese poder, pero no nos sirve de nada si no respaldamos la acción que el E. Santo quiere hacer en nosotros, llevando una vida separada en santidad para Dios. Veamos un ejemplo, supongamos que somos propietarios de un potente Ferrari, capaz de desarrollar velocidades de hasta 390 Km/hr. Tenemos el poder inherente capaz de desarrollar semejante potencia, pero si no nos capacitamos primero, y nos subimos a este vehículo y menos aún si no estamos dispuestos a pisar el acelerador. No podremos manifestar toda la potencia que este tiene a nuestra disposición. A veces pisamos el acelerador sin estar preparados, o peor aún estamos preparados y subidos, pero no queremos pisar del acelerador. ¿Cuál es tu condición? ¿Quieres triunfar espiritualmente? Prepárate, súbete y actúa en la lucha a la que Dios nos ha llamado. Si hacemos esto tendremos con seguridad la victoria.
 (iv)    La Palabra de Dios. (¨Escrito está¨). Luc. 4:4, 8, 12  El último recurso mencionado por Lucas es la palabra. Por la palabra entendemos que fueron creadas todas las cosas, fue la palabra la que sirvió de puente conductor entre la verdad de Dios y los pecadores confundidos. La palabra dio la sanidad y la vida a los necesitados. Y Juan nos presenta a la palabra hecha vida Jesucristo mismo, llamándolo el verbo de Dios. Y es aquí donde una vez más la palabra sirva para dar la victoria sobre la tentación y sobre Satanás, “Escrito está”. Pero para que esto sea posible es necesario la meditación en ella, dedicar tiempo y esfuerzo para memorizarla y comprenderla. Alguien dijo que la digestión es al cuerpo lo que la meditación es al alma. Si solo leemos y memorizamos la palabra, pero no meditamos en ella, nuestra digestión espiritual quedará incompleta. ¿Apartamos tiempo para esta bendita práctica? Si queremos vencer al destructor de nuestras almas, debemos meditar en la palabra poderosa de Dios. Usándola en su debido momento.


Saber quién es mi adversario nos prepara para luchar.

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