“Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente.” — Génesis 2:7
“Y voló hacia mí uno de los serafines, teniendo en su mano un carbón encendido... tocando con él sobre mi boca, dijo: He aquí que esto tocó tus labios, y es quitada tu culpa, y limpio tu pecado.” — Isaías 6:6–7
El toque que forma, transforma y consagra.
John Lennox, al reflexionar sobre la relación entre el Creador y su creación, suele subrayar que el toque de Dios no es simbólico sino sustancial: donde Dios toca, la vida aparece; donde Él toca lo impuro, la santidad se imparte; donde Él toca al hombre, el propósito se renueva.
El toque divino, por tanto, es global porque alcanza: Lo material (creación), Lo moral (purificación del pecado), Lo misional (envío para servir).
I. El toque creador — El aliento que da vida (Génesis 2:7)
- El verbo hebreo יָצַר (yatsar) significa formar con propósito y arte, como un alfarero que moldea la arcilla (Jeremías 18:6). Aquí, Dios no crea al hombre con una palabra (como a los astros y el resto), sino con sus propias manos.
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Luego “sopló” — נָפַח (naphach), que implica insuflar vida con intención. No es aire físico: es ruaj, el soplo vital, el espíritu que comunica existencia personal.
Así, el primer toque divino es creativo y relacional. Dios toca el polvo y lo convierte en persona; el contacto directo del Creador con la creación produce vida.
📖 Referencias en el Antiguo Testamento:
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Job 33:4: “El espíritu de Dios me hizo, y el soplo del Omnipotente me dio vida.”
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Salmo 139:13–16: Dios “formó” (yatsar) el cuerpo en el vientre materno — su toque continúa en cada generación.
Existe una implicación teológica en todo lo anterior; El toque creador revela la dignidad del ser humano. No somos producto del azar, sino de un contacto directo del Creador. Donde Dios toca, la materia cobra sentido; donde no toca, la vida se disuelve en lo inerte.
II. El toque purificador — El fuego que limpia y comisiona (Isaías 6:6–7).
En Isaías 6, el profeta experimenta una teofanía: el Dios infinitamente santo en su trono. Ante esa santidad, Isaías se reconoce “hombre inmundo de labios”.
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El término hebreo נָגַע (naga) = “tocar”, implica un contacto que causa efecto real. No es simbólico: el carbón encendido “toca” (naga) los labios y “quita” la culpa (סוּר, sur = apartar).
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El carbón proviene del altar — símbolo del sacrificio. El toque purificador no destruye, redime mediante el fuego del sacrificio.
📖 Paralelos en el Antiguo Testamento:
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Éxodo 29:37: “Todo lo que toque el altar será santificado.” El contacto con lo santo santifica.
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Levítico 6:27: El sacrificio de expiación purifica todo lo que toca.
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Daniel 10:10, 16: Un toque celestial fortalece al profeta tembloroso.
Las implicación teológica sobre estos pasajes podrían resumirse de la siguiente manera:
Así que, el toque de Dios no termina en la santificación, sino que desemboca en la misión.
III. El toque restaurador — La mano que levanta al caído.
Aunque no se mencione explícitamente “toque” en cada caso, la acción divina de restaurar siempre implica cercanía tangible:
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Elías y el ángel (1 Reyes 19:5–7): “Un ángel le tocó, y le dijo: Levántate y come.” → Dios toca al agotado y lo alimenta.
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Jacob en Peniel (Génesis 32:24–31): Dios toca su muslo, lo hiere y lo bendice. → Un toque que duele pero redime.
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Jeremías 1:9: “Jehová extendió su mano y tocó mi boca, y me dijo: He puesto mis palabras en tu boca.” → El toque comunica autoridad profética.
Existe un patrón teológico observado en el Antiguo Testamento, que implican a su vez tres movimientos constantes:
- Formar (Génesis 2:7) — Creación.
- Purificar (Isaías 6:6–7) — Redención.
- Comisionar (Jeremías 1:9) — Misión.
Este patrón se repite en toda la revelación bíblica y alcanza su plenitud en Cristo.
IV. El toque culminante — En Cristo, Dios toca al mundo
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Jesús toca a los leprosos (Mateo 8:3): santidad que purifica.
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Toca los ojos del ciego (Mateo 9:29): verdad que ilumina.
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Toca el féretro del hijo de la viuda (Lucas 7:14): vida que vence a la muerte.
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Finalmente, toca al mundo con la cruz — el toque supremo del amor redentor.
- Recuerda el toque creador: Tu vida no es accidente; fue formada por el contacto directo de Dios. → Vive con propósito y dignidad.
- Busca el toque purificador: La santidad no se impone, se recibe cuando permites que Dios toque tus áreas impuras. → La confesión es el punto de contacto del perdón.
- Responde al toque comisionador: Quien ha sido tocado por la gracia no puede permanecer inmóvil. → Tu testimonio es el toque de Dios en otros.
Del mismo modo para los incrédulos:
- Dios no está distante ni indiferente: su toque creador te dio existencia; su toque redentor te ofrece vida nueva.
- No necesitas escalar al cielo; el cielo ya se inclinó para tocarte en Cristo.
- Permite que su toque transforme tu historia — del polvo a la vida, de la culpa al perdón.
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