viernes, 17 de octubre de 2025

El contacto divino: Jesús toca a la suegra de Pedro (6) – Mateo 8:14-15.txt no 123.

 

    En una época de barreras culturales, religiosas y físicas, el acto de tocar a alguien podía ser transgresor, incluso escandaloso. Y sin embargo, en los Evangelios, Jesús lo hace repetidamente. La frase “le tocó”, “tocándole”, o similares aparece en momentos claves durante su ministerio, y en cada caso, ese contacto físico se convierte en una manifestación del Reino de Dios: sanador, restaurador, liberador y por mucho cercano.

    Para una generación que lucha con el aislamiento, el miedo al contagio y la desconexión relacional, estas escenas no son solo históricas: son espiritualmente contemporáneas. ¿Qué significó que Jesús tocara a un leproso, a una niña muerta o a los ojos de un ciego? ¿Y qué implica eso para nosotros hoy? Veamos a continuación cuando Dios extiende su mano:

    > “Vino Jesús a casa de Pedro, y vio a la suegra de éste postrada en cama, con fiebre. Y (Jesús) tocó su mano, y la fiebre la dejó; y ella se levantó, y les servía.” (Mateo 8:14-15).

    El episodio de Mateo 8:14-15 nos presenta uno de los momentos más humanos y teológicos del ministerio de Jesús: el toque de la mano divina que sana y levanta. En este pasaje, el toque no solo elimina una fiebre; revela el corazón de un Dios que entra en el espacio humano, toca lo impuro y lo transforma.

    Mateo coloca este milagro inmediatamente después de la sanación del leproso y del siervo del centurión. Estos tres milagros forman una trilogía de toques divinos que muestran el alcance del Reino de Dios:

  • El toque de lo impuro (el leproso) — Jesús toca lo intocable (8:1–4).
  • El toque a la distancia (el siervo del centurión) — Jesús toca con su palabra (8:5–13).
  • El toque doméstico y personal (la suegra de Pedro) — Jesús toca lo cotidiano (8:14–15).

    En el caso de la suegra de Pedro, Jesús “vio”, “tocó” y “sanó”. El orden no es casual: la mirada divina antecede al toque, y el toque produce servicio. Dios primero nos sana, para luego usarnos en su obra. Este es el patrón del evangelio: Dios ve la necesidad, se acerca, toca, transforma y usa al individuo.

    ¿Y si Dios quiere tocarte? Muchos ven a Dios como lejano, intocable o desinteresado. Pero el Evangelio presenta a un Dios que, en Cristo, te busca para tocarte. No para juzgarte de inmediato, sino para sanarte, despertarte, devolverte la visión y limpiarte.

    El toque de Jesús no fue reservado para los "buenos" (aunque nadie lo sea). Fue para los impuros, los desahuciados, los confundidos y los enemigos. Si eso te describe, entonces eres exactamente el tipo de persona que Él tocó cuando caminó por esta tierra. Y El quiere hacerlo ahora en tu vida.

Esta sección tiene como meta, presentar información oportuna, interesante y hasta curiosa para el
 conocimiento sobre Dios y tu futuro eterno. 

                      

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