La Iglesia: Un Llamado a estar juntos. A Congregarnos.
Desde el momento en que Cristo ascendió a los cielos, la Iglesia quedó comisionada para ser su cuerpo visible en la tierra, animada por el poder del Espíritu Santo y guiada por la Palabra. En una era donde el individualismo espiritual crece y se relativiza la necesidad de la congregación, urge redescubrir la enseñanza bíblica sobre el valor, propósito y necesidad de congregarnos como Iglesia, tal como se modela en el Nuevo Testamento. Examinaremos el desarrollo y mandato de la vida congregacional a la luz de la ascensión de Cristo, el libro de Hechos y las cartas paulinas.
1. La Ascensión del Señor y la actitud de Comunidad de sus seguidores. (Hechos 1:12-14; Lucas 24:52-53; Marcos 16:20)
El Señor se despide de sus discípulos al cielo y ¿Qué fue lo primero que ellos hicieron a continuación? No decayeron en su ánimo al verse sin la compañía de su maestro, sino todo lo contrario. Un gozo se apoderó de ellos (Luc 24:52), demostrando una actitud de unión y compañía mutua. Los once discípulos junto con las mujeres que acompañaron al Señor en su ministerio público y María la madre de Jesús en la compañía de sus hijos (hermanos del Señor en la carne); "Todos estos perseveraban unánimes en oración y ruego" (Hch 1:14). Reunidos todos en un lugar especifico donde moraban (Hch 1:13a). ¿No les es familiar estas características a la iglesia que vendría después?
Esta actitud marca el camino que debían tomar los futuros seguidores del divino Maestro: Unidad, Constancia y Proclamación del mensaje recibido, acciones estas reflejadas en las citas bíblicas arriba mencionadas.
2. El Modelo Congregacional de Hechos.
Después de la ascensión, en Pentecostés, el Espíritu Santo desciende sobre los 120 discípulos reunidos (Hechos 2:1). Este momento marca el nacimiento formal de la Iglesia. > “Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones.” (Hechos 2:42). Notemos aquí dos palabras claves: “Perseveraban”: del griego proskarteréō (προσκαρτερέω) – indica una devoción continua, persistente. La Iglesia no era un grupo esporádico sino un cuerpo constante. Y “Comunión”: koinōnía (κοινωνία) – implica participación activa, compartir profundo, implicación en la vida del otro.
Los primeros cristianos perseveraban en: (Hechos 2:42; Hechos 8:4). Cinco características que no pueden faltar en una iglesia de hoy:
- La doctrina de los apóstoles. > Una iglesia que aprende.
- La comunión (koinonía, compañerismo profundo). > Una iglesia que practica la comunión.
- El partimiento del pan (posiblemente la Cena del Señor). > Una iglesia que adora.
- Las oraciones. > Una iglesia que ora.
- La evangelización. > Una iglesia que evangeliza.
Esta vida comunitaria era central al ser cristiano. No se trataba solo de asistir, sino de formar parte del conjunto. El partimiento del pan (posiblemente una referencia a la Cena del Señor) era hecho en comunidad, como acto de unidad teológica y práctica. Cabe la pregunta: ¿Estoy participando activamente en estas áreas en mi iglesia local?
3. La Teología Paulina de la Iglesia como Cuerpo.
Pablo desarrolla profundamente la eclesiología como elemento esencial del caminar cristiano. En 1 Corintios 12:12–27, se refiere a la Iglesia como el “cuerpo de Cristo”. > “Ahora bien, vosotros sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular.” (1 Corintios 12:27). Se resaltan dos palabras claves: “Cuerpo”: sōma (σῶμα) – no es una metáfora decorativa; es una declaración clara. Ser parte de Cristo es estar injertado en una realidad colectiva. Y “Miembros”: melē (μέλη) – órganos funcionales, necesarios, interdependientes.
La implicación es contundente: no puede haber cristianismo bíblico sin vida eclesial. Separarse del cuerpo es tanto una anomalía espiritual como un acto de desobediencia bíblica práctica.
4. Exhortaciones Directas a Congregarse.
El autor de Hebreos, ofrece una exhortación clave: > “No dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca.” (Hebreos 10:25): “Congregarnos”: episynagōgḗ (ἐπισυναγωγὴ) – de donde viene “sinagoga”; significa reunión intencional y ordenada con propósito espiritual. El contexto (v.24) es el de estimularnos al amor y a las buenas obras. Estas se fortalecen solo en comunidad.
Congregarse es un Mandato, No una Sugerencia, La palabra “congregarnos” = episynagōgḗ (ἐπισυναγωγὴ) = significa, asamblea ordenada con propósito. Se refiere a reuniones regulares, no esporádicas.
¿Por qué congregarnos? Para exhortarnos unos a otros; Para estimularnos al amor y a las buenas obras; Porque el día del Señor se acerca. > Congregarse no es solo para “recibir”, sino también para dar, servir, amar, crecer, corregir y ser corregido. Te dejo un enlace para ampliar este punto: (Tres porqués debemos congregarnos). Haz clic sobre el título para abrir.
A la luz de esta evidencia: La vida cristiana auténtica implica pertenencia activa a una iglesia local. La congregación no es un añadido; es un mandamiento. No somos consumidores espirituales, sino miembros funcionales del cuerpo. La comunión fortalece, corrige, sostiene y equipa al creyente (Efesios 4:11–16). Vivir en aislamiento espiritual es desconocer el diseño de Dios para su Iglesia.
En la era digital, donde muchos optan por una fe "en línea", se debe discernir entre recursos útiles y reemplazos engañosos. La virtualidad puede complementar, pero jamás sustituir la congregación física, el partimiento del pan, la adoración colectiva, y la disciplina espiritual que brota de la vida en comunidad.
Desde el momento de la ascensión del Señor, la fe cristiana fue inseparable de la comunidad. El Espíritu Santo descendió sobre una iglesia reunida, no sobre creyentes aislados. Pablo refuerza la idea de que somos miembros del cuerpo, necesitándonos mutuamente, y Hebreos nos llama a no dejar de congregarnos, no por formalismo, sino por obediencia, edificación y esperanza escatológica.
Entonces, ¿puede un cristiano vivir su fe plenamente sin congregarse? Ya hemos visto que esta posibilidad no tiene cabida en la palabra de Dios. La respuesta es un rotundo NO!
Ya para concluir: Volvamos a Valorar a la Iglesia Local.
- Cristo ama a su Iglesia (Efesios 5:25).
- El Espíritu descendió sobre una iglesia congregada. (Hechos 2:1-4)
- Pablo nos llama a ser miembros activos del cuerpo. (1 Corintios 12:27).
- El escritor a los Hebreos nos manda a no dejar de congregarnos. (Hebreos 10:25).
En palabras que resonarían con la lógica clara de John Lennox: “Si dices amar a Cristo pero no amas su cuerpo – la Iglesia – entonces, ¿a quién amas realmente?”
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