¿Con cual te identificas?
1. Hijo de Zebedeo, pescador
de Galilea que junto con su hermano Juan fue llamado para ser uno de los doce
apóstoles (Mt. 4.21). Con Pedro, los dos hermanos formaron el círculo interno
de tres entre los doce, y estuvieron presente cuando el Señor resucitó a la
hija de Jairo (Mr. 5.37), en la transfiguración (Mr. 9.2), y durante el
sufrimiento del Señor en Getsemaní (Mr. 14.33), ocasiones en las que los otros
fueron excluidos. Jacobo y Juan, a quienes Jesús apodó “Boanerges, esto es,
hijos del trueno” (Mr. 3.17), fueron reprendidos por Jesús cuando sugirieron
que podían pedir “fuego del cielo” para destruir una aldea samaritana que se
había rehusado a recibir a Cristo cuando iba a Jerusalén (Lc. 9.54). También
causaron envidia entre los discípulos cuando solicitaron un lugar de honor en
el reino de Cristo; aunque no se les prometió tal ventaja, se les dijo que
compartirían la copa que el Maestro tenía que beber (Mr. 10.39), profecía que
se cumplió cuando Jacobo fue muerto “a espada” por Herodes Agripa I, ca.ca.
circa (lat.), aproximadamente, alrededor de 44 d.C. (Hch.
12.2).
2. Hijo Alfeo, otro de
los doce apóstoles (Mt. 10.3; Hch. 1.13). Generalmente se lo equipara con
“Santiago el menor”, hijo de María (Mr. 15.40). La descripción “el menor”
(gr. mikros, ‘el pequeño’) lo distingue, ya sea como el más joven
o el más pequeño en estatura, de los hijos de Zebedeo.
3. Padre del apóstol Judas (no el
Iscariote), conocido solamente por dicha circunstancia en los escritos de Lucas
(Lc. 6.16; Hch. 1.13; los otros evangelios tienen Tadeo en lugar de Judas).
4. El hermano de Jesús que, junto
con sus hermanos José, Simón, y Judas (Mt. 13.55), aparentemente no aceptaron
la autoridad de Jesús antes de su resurrección (véase Mr. 3.21 y Jn. 7.5).
Después que se le apareció Jesús resucitado (1 Co. 15.7), se convirtió en
dirigente de la iglesia judeocristiana de Jerusalén (Gá. 1.19; 2.9; Hch.
12.17). Según la tradición, fue nombrado primer obispo de Jerusalén por el
Señor mismo (Eusebio, HEHE Eusebio, Historia eclesiástica 7.19). Presidió el
primer concilio de Jerusalén, que consideró los términos de admisión de los
gentiles en la iglesia, formuló el decreto que se promulgó a las iglesias de
Antioquía, Siria, y Cilicia (Hch. 15.19–23), y permaneció como único jefe de la
iglesia de Jerusalén, tratando de mantener su unidad con Pablo y su misión
cuando este apóstol visitó la ciudad por última vez (Hch. 21.18ss). Pocos años
más tarde Jacobo se convirtió en mártir al ser apedreado a instigación del sumo
sacerdote Anano durante el interregno después de la muerte del procurador Festo
en 61 d.C.d.C. después de Cristo (Josefo, Ant.Ant. Josefo, Antigüedades de los
judíos 20.9). La tradición de Hegesipo, en su mayor parte legendaria, afirma
que Jacobo era conocido como, “el Justo” a causa de su piedad (judía) Eusebio,
HEHE Eusebio, Historia eclesiástica 2.23). Jerónimo (De viris illustribus 2)
registra un fragmento del apócrifo perdido Evangelio según los hebreos (*
Apócrifos del Nuevo Testamento) que contiene una historia breve y probablemente
no histórica de la aparición de Jesús resucitado a Jacobo. Jacobo es el autor
tradicional de la Epístola (canónica) de Santiago, en la que se describe como
“siervo de Dios y del Señor Jesucristo” (Stg. 1.1).
JUDAS:
1.
Hermano del Señor (Mt. 13.55 = Mr. 6.3). Quizás el autor de la Epístola de *Judas, que
se tituló a sí mismo “hermano de Jacobo” (* Hermanos del señor).
2.
Hijo de Jacobo (La Biblia de las Américas (NT), 1963; y Valera, rev. 1960 “hermano”) y uno de los Doce (Lc. 6.16), también
llamado Lebeo y Tadeo (Mt. 10.3; Mr. 3.18), que le hizo una pregunta a Jesús en
el aposento alto (Jn. 14.22). Algunos creen que se trata del autor de la
Epístola de Judas.
3.
El galileo que fomentó una rebelión contra los romanos (Hch.
5.37). Josefo dice que nació en Gamala (Josefo, Antigüedades de los
judíos 18.3), y ubica la rebelión en el 6 d.C. *Cirenio
derrotó a los rebeldes y Judas fue muerto. 5. Judío en cuya casa en Damasco se
alojó Pablo (Hch. 9.11). 6. Profeta apodado Barsabás, que junto con Silas fue
elegido por los dirigentes cristianos de Jerusalén para acompañar a Pablo y a
Bernabé a Antioquía, a comunicar la decisión de los apóstoles con respecto a la
circuncisión (Hch. 15.22–23).
El traidor.
JUDAS ISCARIOTE:
I.
Nombre y origen
En las
listas sinópticas de los Doce que llamó Jesús para que estuvieran con él (Mr.
3.14), el nombre de Judas siempre aparece al final, y generalmente con alguna
descripción que lo marca con un estigma infame (p. ej.p. ej. por ejemplo “el
que le entregó”, Mr. 3.19; “el que también le entregó”, Mt. 10.4; “que llegó a
ser el traidor”, Lc. 6.16; cf.cf. confer (lat.), compárese Jn. 18.2, 5).
Podemos comparar el caso de Jeroboam I, en el ATAT Antiguo Testamento, donde se
menciona con horror que “pecó y ha hecho pecar a Israel”.
Se aplica el
término “Iscariote” a su nombre en los textos sinópticos y en Jn. 12.4,
mientras que en las otras referencias joaninas la tradición textual muestra
considerable variación, dándose el nombre de Simón como el del padre de Judas
(Jn. 6.71; 13.2, 26), y haciéndose una explicación adicional de Iscariote
mediante el agregado de apo Karyotou (en ciertas lecturas de 6.71; 12.4; 13.2,
26; 14.22). Estos datos adicionales proporcionados por Juan confirmarían la
derivación de “Iscariote” del heb.heb. hebreo <éÆsû qƒréÆyot, ‘hombre de
Queriot’. Queriot está ubicada en Moab, de acuerdo con Jer. 48.24, 41; Am. 2.2;
pero hay otra posible identificación, con Queriot-hezrón (Jos. 15.25, °vm°vm
Versión moderna (hecha por H. B. Pratt), eds. rev. 1929), que se encuentra 19 kmkm
kilómetro(s) al SS sur de Hebrón. Esta explicación geográfica de “Iscariote” es
preferible al parecer que considera que el origen de esta palabra es sikarios,
la forma arameizada de <isqaryaµ<aµ, ‘asesino’ (cf.cf. confer (lat.),
compárese Hch. 21.38), como sugieren Schulthess y O. Cullmann, The State in the
New Testament, trad.trad. traductor, traducción, traducido ing.ing. inglés,
inglesa 1957, pp.pp. página(s) 15s [trad. cast.cast. castellano El estado en el
Nuevo Testamento, 1961]. Pero véase la opinión contraria, M. Hengel, Die
Zeloten, 1961, pp.pp. página(s) 49.
II.
Su actuación
En el grupo
apostólico Judas cumplía funciones de tesorero (Jn. 13.29), mientras que en
otro texto joanino se lo denomina “ladrón” (12.6), principalmente, podemos
suponer, en el sentido de que se apropiaba del dinero que se le confiaba. Para
este sentido del verbo traducido “sustraía” en 12.6, como lo confirman los
papiros, véase A Deissmann, Bible Studies, trad.trad. traductor, traducción,
traducido ing.ing. inglés, inglesa 1901, pp.pp. página(s) 257.
Las escenas
finales del relato del evangelio se ven ensombrecidas por la traición de este
personaje, “uno de los doce”, como se lo llama repetidamente (Mr. 14.10, cf.cf.
confer (lat.), compárese 14.20; Jn. 6.71; 12.4). Judas critica la acción de
María, que ungió los pies del Maestro con el precioso ungüento (Jn. 12.3–5). El
objeto del comentario del evangelista es hacer resaltar la avaricia de Judas,
que no vio en el precio del ungüento la acción hermosa que Jesús alabó (Mr. 14.6),
sino solamente un medio de aumentar el fondo apostólico y, por lo tanto,
engrosar su propio bolsillo. Y aun este motivo lo disfrazó con el argumento,
laudable en apariencia, de que el dinero podría haber sido empleado para ayudar
a los pobres. De este manera, a la ambición añadió el engaño. Inmediatamente
después de este incidente en Betania, Judas acude a los principales sacerdotes
para traicionar al Señor (Mt. 26.14–16; Mr. 14.10–11; Lc. 22.3–6). Marcos se
limita a relatar el hecho de la traición, y añade que los sacerdotes le habían
prometido dinero.
Mateo agrega
el detalle de la suma ofrecida, que puede haber sido un pago parcial de la
cantidad acordada (con una implícita alusión a Zac. 11.12, posiblemente a Ex.
21.32; cf.cf. confer (lat.), compárese Mt. 27.9). Lucas hace resaltar el
profundo significado del acto cuando relata que Satanás entró en el traidor y
le inspiró su nefasto pecado (cf.cf. confer (lat.), compárese Jn. 13.2, 27).
Los sinópticos concuerdan en que Judas decidió esperar una oportunidad
favorable para entregar a Jesús a sus enemigos secretamente, e. d.e. d. es
decir “en privado”, por argucia (para esta trad.trad. traductor, traducción,
traducido en Lc. 22.6; Mr. 14.1–2, véase J. Jeremias, The Eucharistic Words of
Jesus² trad.trad. traductor, traducción, traducido ing.ing. inglés, inglesa
1966, pp.pp. página(s) 72 [trad. cast.cast. castellano La última cena, palabras
de Jesús, 1980]).
Esa
oportunidad se presentó la noche en que Jesús se reunió con los Doce en el
aposento alto, para la última cena (Mr. 14.17ss y pasajes paralelos), hecho que
ha quedado perpetuado en la tradición eucarística de la iglesia, que data de la
época de san Pablo (1 Co. 11.23: “la noche que fue entregado”). El Señor, con
visión profética, anticipa la acción del traidor cuya presencia es conocida en
la mesa. En el relato de Marcos no se menciona a Judas por nombre, y parece
haber cierto aire de perplejidad con respecto a la identidad del traidor. La
conversación de Mt. 26.25, con el diálogo basado en preguntas y respuestas,
puede entenderse mejor como hablada en susurros, mientras que la narración
joanina preserva la tradición directa de la pregunta del discípulo amado, y la
acción de Jesús al mojar el pan, las que pueden haberse formulado y realizado
de un modo confidencial. De todas maneras, este es el último llamado del Señor
a Judas, como también el rechazo final del traidor. (véase F. C, Fensham,
“Judas’ Hand in the Bowl and Qumran”, RQRQ Revue de Qumran 5, 1965, pp.pp.
página(s) 259–261, para el rechazo de Jesús por Judas.) A partir de ese momento
Satanás toma el control del que se había convertido en su cautivo; y este
último sale a la oscuridad de la noche (Jn. 13.27–30).
El plan
preconcebido para el arresto de Jesús se cumple totalmente. El secreto que traicionó
Judas fue evidentemente el lugar de reunión en Getsemaní esa noche; y el grupo
de soldados, dirigidos por Judas, llegó hasta donde nuestro Señor se encontraba
orando (Mr. 14.43). La señal de identificación ofrece el último toque de
ironía. “Al que yo besare, ese es”, acción con la cual el traidor completó su
cometido.
Los últimos
capítulos de la vida de Judas están plagados de dificultades. La Escritura da
testimonio de su patético remordimiento. Sin embargo, el único evangelista que
registra esto es Mateo (27.3–10). A este relato del tormento de su
remordimiento y suicidio debe añadirse la narración de Hch. 1.18–19; para
completar el cuadro, también debemos mencionar el grotesco testimonio de
Papías, Frag. 3, preservado por Apolinario de Laodicea. Este último texto puede
consultarse en la serie Ancient Christian Writer, 6, traducida y anotada por J.
A. Kleist, eds.eds. edición, editor(es), editado 1957, pp.pp. página(s) 119.
Papías relata la forma en que se hinchó el cadáver de Judas (este es un posible
significado de la frase “y cayendo de cabeza” en Hch. 1.18; véase ArndtArndt W.
F. Arndt y F. W. Gingrich, A Greek-English Lexicon of the New Testament and
Other Early Christian Literature, 1957, bajo preµneµs), y agrega que murió en
su propia porción de tierra. Varias veces se ha tratado de armonizar las
versiones (p. ej.p. ej. por ejemplo la sugerencia de Agustín de que la cuerda
se rompió, y de que Judas murió a consecuencia de la caída, en la forma que
relata Hch. 1.18, combinando así los relatos de Mateo y del libro de Hechos).
Pero aun más aterrador que los horrendos detalles es el simple y severo
veredicto de Hch. 1.25: “Este ministerio y apostolado, de que cayó Judas por
transgresión, para irse a su propio lugar.” El apóstol se había convertido en
apóstata, y se había encaminado hacia el destino reservado para tales hombres.
III.
Carácter
Esta
referencia nos impulsa a determinar cuál era la verdadera personalidad de
Judas. Si “su propio lugar” es el lugar que él mismo eligió, ¿qué motivos lo llevaron
a su horrendo fin y destino? ¿Cómo podemos armonizar esta declaración con los
pasajes de la Escritura que nos dan la impresión de que Judas fue
predeterminado para cumplir el papel de traidor, que Jesús lo eligió, sabiendo
que lo traicionaría, que desde un principio lo había marcado con el inexorable
título de “hijo de perdición” (Jn. 17.12)? Los estudios psicológicos sobre él
no son definitorios ni muy provechosos. El amor al dinero; celos por otros
discípulos; miedo al resultado inevitable del ministerio del Maestro, que lo
hizo convertirse en testigo fiscal a fin de salvar su propia piel; intención
entusiasta de obligar a Cristo a declararse Mesías (la famosa reconstrucción de
Quincey); su espíritu amargado y vengativo, que se asomó cuando se deshicieron
sus esperanzas terrenales, decepción que se tornó en despecho, y el despecho en
odio. Todos estos son motivos que se han sugerido. Quizás sea necesario
establecer tres principios generales antes de comenzar a analizar tales
consideraciones. 1. No debemos dudar de la sinceridad del llamado del Señor.
Jesús, al principio, lo consideró potencialmente seguidor y discípulo. Ninguna
otra presuposición haría justicia al carácter del Señor, y a sus repetidos
llamamientos a Judas. 2. El preconocimiento del Señor con respecto a él no
conlleva preordenación forzosa, de tal manera que Judas tenga que convertirse
inevitablemente en traidor. 3. En realidad Judas nunca llegó a ser un verdadero
seguidor de Cristo. Cayó del apostolado, pero nunca (por lo menos, que sepamos)
tuvo una relación genuina con el Señor Jesús. De modo que siguió siendo “el
hijo de perdición”, que se perdió porque nunca había sido “salvado”. El título
máximo que le dio a Jesús fue “Maestro” (Mt. 26.25), pero nunca “Señor”.
Permanece en el escenario de la Escritura como una terrible advertencia al
seguidor de Cristo no comprometido, que no abandona su compañía pero que no
comparte su espíritu (cf.cf. confer (lat.), compárese Ro. 8.9b); abandona el
relato del evangelio como “sentenciado y condenado” porque así lo quiso, y Dios
lo confirmó en esa terrible elección.
Las
dificultades asociadas con los detalles variables de la muerte de Judas se
analizan en BCBC F. J. Foakes-Jackson y K. Lake, The Beginnings of
Christianity, 5 t(t)., 1920–33, 1.5, pp.pp. página(s) 22–30; cf.cf. confer
(lat.), compárese, tamb.tamb. también, ArndtArndt W. F. Arndt y F. W. Gingrich,
A Greek-English Lexicon of the New Testament and Other Early Christian
Literature, 1957, loc. Cit.loc. Cit. loco citato (lat.), en el lugar ya citado,
y s.v.s.v. sub verbo (lat.), véase bajo la palabra correspondiente “Ioudas”, 6;
K. Lüthi, Judas Iskarioth, 1955; D. Haugg, Judas Iskarioth in den
neutestamentlichen Berichten, 1930; J. S. Stewart, The Life and Teaching of
Jesus Christ, 1933, pp.pp. página(s) 166–170; P. Benoit, art.art. artículo(s)
“La mort de Judas” en obras completas, Exégèse et Théologie, 1961; B. Gärtner,
Iscariot, trad.trad. traductor, traducción, traducido ing.ing. inglés, inglesa
1971.
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