Imagina esto: Es domingo por la mañana. Te reúnes con otros creyentes en una sala sencilla, sin luces brillantes ni pantallas, solo voces entonando himnos y corazones atentos a la Palabra. En el centro de la mesa hay pan y una copa. No es un ritual vacío. Es memoria viva. Es comunión. Es proclamación. Es la Cena del Señor.
Pero, ¿por qué lo hacemos el domingo? ¿Y quiénes deberían participar realmente de este acto tan sagrado. Consideremos algunos puntos resaltantes:
📖 Un Acto Instituido por el Señor: Jesús mismo instituyó la Cena la noche antes de ser entregado (Lucas 22:19–20). No fue una sugerencia. Fue un mandato: “Haced esto en memoria de mí”. Desde ese momento, la iglesia ha guardado esta práctica como un recordatorio solemne del sacrificio de Cristo.
📅 ¿Por Qué el Primer Día de la Semana? En Hechos 20:7 leemos: > “El primer día de la semana, reunidos los discípulos para partir el pan…” Esto no fue casualidad. Era domingo, el día en que Cristo resucitó, y desde entonces se convirtió en el día natural de reunión de la iglesia. No hay un mandato explícito que diga “celebrad la Cena del Señor cada domingo”, pero la práctica apostólica nos da un ejemplo claro: la iglesia primitiva se reunía el domingo para adorar y partir el pan.
🙋♂️ ¿Quiénes Deben Participar? En 1 Corintios 11:27–29, Pablo advierte seriamente sobre participar indignamente. No era un acto social ni una comida común. Era un momento espiritual profundo. La Biblia muestra que deben participar:
- Creyentes que han puesto su fe en Cristo (Hechos 2:41–42).
- Miembros en comunión con la iglesia local.
- Personas que se han examinado a sí mismas y no viven en pecado sin arrepentimiento.
No es una actividad para espectadores ni para los que aún no conocen al Señor. Es un acto de unidad espiritual entre los redimidos.
🏠 ¿Dónde Debe Celebrarse? Aunque en los primeros días la iglesia se reunía en casas (Hechos 2:46), siempre fue en el contexto de la comunidad de fe. En 1 Corintios 11, Pablo menciona reiteradamente: “cuando os reunís como iglesia”. Por tanto, la Cena del Señor no es para celebrarla a solas o de forma privada en casa, sino en la reunión de la iglesia, junto a otros creyentes, como testimonio de unidad y comunión.
La Cena del Señor no es una tradición vacía ni un símbolo arcaico. Es una proclamación viva de que Cristo murió por nosotros, y una esperanza firme de que volverá. Celebrarla cada domingo no es solo recordar su muerte y resurrección, sino también testificar, edificar y anunciar que seguimos firmes en la fe esperando su regreso por nosotros.
Así que, cuando te sientes a la mesa del Señor el domingo, hazlo con reverencia, con gratitud, y con plena conciencia de que participas de un acto santo, junto al cuerpo de Cristo: su iglesia.
¿Y en tu iglesia cómo celebran esta acto conmemorativo llamado la Cena del Señor?
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