Sta. Cruz, Tenerife,
26/01/2014
La Orotava, 02/02/2014.
Las Huesas, G. Canaria 23/02/2014
La Orotava, 02/02/2014.
Las Huesas, G. Canaria 23/02/2014
Dos (2) clases de creyentes (Abraham y Lot).
Génesis
18:1-10 – 19:1-3.
Somos generalmente dados a diferenciarnos
de las demás personas, marcando distancia del resto en cuanto a relaciones
personales se refiere, somos muy cuidadosos a la hora de escoger a nuestras
amistades. Pero cuando se trata de nuestra relación con Dios la cosa cambia, a
tal punto de que no le damos la importancia que se merece el vínculo que
debemos crear entre Dios y nosotros. En relación con este tema estos dos
personajes (Abraham y Lot) son un ejemplo de la clase de creyentes que Dios quiere
que seamos.
Si observamos con detenimiento el comienzo
de los capítulos 18 y 19 del Génesis nos daremos cuenta de la marcada
diferencia que existe entre estos dos personajes y algunas de sus actitudes en
cuanto al hecho de ser anfitrión de estos ilustres visitantes. En relación con
Abraham, Gen 18:1 comienza con la frase: “Después le apareció Jehová…”. El
escritor inspirado por el espíritu Santo, deja claro que es el mismo Dios quién
viene al encuentro de su siervo escogido. Pero Dios no viene solo, podemos leer
en Gen 18:2 que eran tres los varones que le visitaban, los dos acompañantes
tenían una misión, que sería la de visitar a Lot posteriormente. Pero ¿porque a
Lot solo van dos visitantes y con Abraham se nos deja claro que el mismo Dios
quién le visita? La respuesta es simple los mensajes en cada caso tenían
razones diferentes. A Abraham Dios quería ratificarle sus promesas hechas en el
pasado (léase el capítulo 15 de Génesis y Gen 18:10). Sin embargo la razón que
tenían estos dos personajes de visitar a
Lot era para ejecutar el juicio determinado por Dios a Sodoma y Gomorra. Esta
puede ser la razón por la que Dios no se apersona en estas ciudades ya que en
la antigüedad era Dios quien determinaba el juicio y sus ángeles lo ejecutaban,
por eso creemos que estos dos mensajeros en el caso de Lot eran ángeles (Gen 19:1).
Ahora bien conociendo la importancia de los
visitantes y la no menos importancia de sus mensajes, debemos considerar la
actitud que tuvieron los receptores en cada caso. Para ello veremos algunos
aspectos descritos en cada ocasión.
1º.- La Posición y el lugar:
Tanto a Abraham como a Lot se les describen sentados, Gen 18:1 y Gen
19:1 respectivamente. Esta posición pudiera describir inactividad física, pero
esto no es necesariamente cierto en estos casos, es por eso que describiremos
algunas actitudes dignas de mencionar. En el caso de Abraham podemos ver que
este está a la expectativa de lo que pudiera ocurrir, ya que en el versículo
dos comienza con la frase “Y alzó sus ojos y miró” Abraham no estaba dormido en
la silla, él estaba expectante de lo que pudiera acontecer; A nosotros pudiera
sucedernos de la misma manera, el cansancio de la jornada cotidiana nos hace
estar inactivos podríamos decir “sentados” en cuanto al servicio que deberíamos
prestarle a Dios, pero a pesar de que esto nos pueda ocurrir no perdamos nunca la
actitud de expectación que tuvo el patriarca, no nos dejemos dormir, alcemos
nuestros ojos y no perdamos la visión. Otro aspecto digno de resaltar es el
lugar donde está sentado el patriarca, junto a su tienda, y vemos aquí una
clara descripción del estilo de vida que él llevaba. Abraham era un peregrino,
un nómada con un destino definido, Él había cambiado las comodidades de Ur por
las tiendas del desierto y todo por obedecer el llamado de Dios. Canaán era su
destino final.
Sin embargo a Lot se le describe sentado
con un propósito muy diferente, que viene marcado por el lugar donde se sienta.
Gen 19:1 “sentado a la puerta de Sodoma”. La costumbre en esos tiempos era que
todos los casos que ameritaban ser juzgados en la ciudad, pasaran por un
consejo de personas mayores, que se sentaban a la puerta de dicha ciudad. Así
que Lot formaba parte de ese consejo, el juzgaba los casos de Sodoma sin
embargo Dios estaba a punto de juzgar a estas ciudades y él tenía que ser
librado de este juicio. Lot no tuvo la suficiente visión para darse cuenta que este no era su lugar su
lugar estaba al lado de su tío Abraham. Cuantas veces nos vemos en la misma
posición de Lot, juzgando a los demás pero estamos imposibilitados de juzgar
nuestra propia condición.
2º.- La hora determinada:
Abraham y Lot no solamente vienen diferenciados por la posición y el
lugar en el que se les describe en los pasajes antes mencionados, sino también
por la hora determinada en la que acontecen los hechos. Fijémonos lo que se nos
dice de Abraham en el final de los
versículos uno del capítulos 18 “en el calor del día”, mientras que
podemos leer en Gen 19:1 relacionado con Lot “a la caída de la tarde”. Sabemos
que la hora de mayor calor del día es después de las doce del mediodía, sobre
todo en las periferias del desierto de Sinaí donde se encontraba Hebrón, lugar
donde se encontraba un bosque de encinas llamado Mamre. En estos lugares
fácilmente las temperaturas podrían alcanzar cerca de los 50 grados centígrados
en la temporada de mayor calor. Así que para Abraham un anciano de casi 100
años, no le resultaba fácil estar en estas condiciones a la expectativa de un
encuentro con su Dios a la puerta de su tienda; Siendo un ejemplo para nosotros
que debemos recordar que en los días en los que vivimos las condiciones morales
y espirituales no son las más óptimas, estas no propician un ambiente que
promueva que un encuentro con Dios sea posible, por el contrario cada vez más
vemos que las horas de mayor calor hacen que muchos creyentes corran a la
comodidad de sus tiendas a refugiarse, perdiendo así la oportunidad de recibir
las bendiciones que da como resultado el haber recibido la grata compañía de tan ilustres visitantes.
La hora en la que se produce el encuentro
con Lot es totalmente diferente a la de
Abraham; El encuentro con el patriarca ocurre a la hora de mayor calor y luz,
mientras que con Lot se sucede a la caída de la tarde, justo cuando el Sol está
dando paso a las tinieblas de la noche, una metáfora apropiada de lo que estaba
ocurriendo en la vida de este hombre justo que ya había llevado sus tiendas muy
cerca de las ciudades de perversión y destrucción. Cuando nos descuidamos y
perdemos de vista el carácter de peregrinos que deben regir nuestras vidas de
creyentes, podemos estar a un paso de sufrir las consecuencias que lleva
consigo el desobedecer a Dios. Nunca recibiremos el mismo castigo de aquellos
que no conocen a Dios pero si perderemos bendiciones por nuestro mal proceder.
Podríamos criticar a Lot pero se le describe como un hombre justo que se
afligía al ver la conducta de los malos (2Ped 2:7), su justicia y aflicción no
le valió de nada al enfrentarse con la justicia divina, por eso no debemos
conformarnos solo con ser memamente profesantes; debemos pasar a la acción si
no queremos perder bendiciones por nuestra pasividad espiritual.
3º.- El saludo:
Una vez más encontramos una clara
diferencia aquí, entre estos dos personajes leemos en Gen 18:2(b) “se postro en tierra” esto en
relación con Abraham, encontrando a Lot en una posición muy diferente a la de
su tío. “se inclinó hacia el suelo” Gen 19:1(b). Abraham adopta la posición más
baja posible ante aquellos que habían tenido a bien visitarle, es una posición
clara de humillación, de indignidad, de reconocimiento de su propia bajeza ante
la majestad y exaltación que debe tener Dios. Es una rendición plena y total,
caso contrario a la de Lot que solo se inclinó, en una acción de formalismo y sumisión
incompleta. En la palabra de Dios, la Biblia encontramos que la mejor posición
ante Dios es la de sumisión absoluta. “Humillaos bajo la poderosa mano de Dios
y Él os exaltará cuando fuere tiempo” 1Ped 5:6. Los resultados finales son
claros en cada caso. Abraham recibió de Dios la confirmación de sus promesas,
siendo el padre de la fe, mientras que Lot tuvo que pasar por la vergüenza y
humillación de ser librado por los pelos del juicio divino, escapando solo con
lo que llevaba encima.
4º.- el banquete:
La diferencia que hace el espíritu divino
aquí para describir lo que ofrecieron Abraham y Lot es notoria. De Lot solo se
menciona que coció panes sin levadura y les ofreció un banquete, sin dar mayor
detalle al respecto Gen 19:3. Pero de la comida que ofreció Abraham se narran
todos los detalles Gen 18:4-8. El patriarca demuestra un interés rebosante y
entusiasta a la hora de preparar lo que sus visitantes comerían. En tres
ocasiones se menciona la prisa y prontitud que demostró en dicha preparación, haciéndose
mención en tres ocasiones: “salió corriendo” vrs 2; “fue de prisa” vrs 6; “Y corrió
Abrtaham” vrs 7. Contagiando esta prontitud a los que le rodeaban: A Sara su
mujer en el vrs. 6 “toma pronto tres medidas de harina” y a su siervo “y
este se dio prisa a prepararlo” vrs. 7(b). Nuestra actitud sincera y solicita
en el servicio a Dios no solo se dejará ver en nosotros sino también en
aquellos que nos rodean, sea en nuestro hogar con nuestros hijos y pareja, así
como en medio de nuestro entorno cotidiano fuera del hogar.
Abraham atiende todas las necesidades de
sus visitantes:
Trae agua para lavar sus pies,
sucios por el polvo del camino, además de eso les lleva a la sombra de una
encina lejos del calor del día vrs. 4.
Les ofrece para su consumo lo
mejor y más fresco de los alimentos: Ordena a Sara que prepare panes recién horneados,
preparados al momento vrs. 6. Corre personalmente a su rebaño y escoge el
becerro “tierno y bueno” y lo da a su criado para que lo prepare. No delega en
su siervo la responsabilidad de escogerlo. El mismo lo selecciona, asegurándose
de que sea él mejor. Vrs. 7.
Toma también mantequilla y
leche, productos que requerían un proceso de ordeño y elaboración previos vrs.8.
La leche debía ser sacada del ganado de ordeño, luego la mantequilla debía ser
batida por un tiempo determinado para producirse la separación de las partes
grasas de la misma. Una labor que requería dedicación y esmero.
En conclusión Abraham no
presento a Dios nada que no le costase un esfuerzo y dedicación. Dios quiere
que le presentemos lo mejor de nosotros: nuestra juventud, nuestro mejor
tiempo, la tranquila soledad de las madrugadas dándole a Él nuestro sueño. No
presentemos a Dios nuestras sobras. Él se merece lo mejor de nosotros.
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