Para una generación que lucha con el aislamiento, el miedo al contagio y la desconexión relacional, estas escenas no son solo históricas: son espiritualmente contemporáneas. ¿Qué significó que Jesús tocara a un leproso, a una niña muerta o a los ojos de un ciego? ¿Y qué implica eso para nosotros hoy? Veamos a continuación cuando Dios extiende su mano:
> “Entonces les tocó los ojos, diciendo: Conforme a vuestra fe os sea hecho.” (Mateo 9:29)
Los ciegos eran vistos con sospecha, a veces incluso como merecedores de castigo divino (cf. Juan 9:2). Jesús toca donde el dolor está más concentrado. Su toque abre ojos físicos y espirituales. En 2 Cor 4:4 se nos recuerda que "el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos". Cristo vino a revertir esa maldición; Lo hizo en el pasado y lo puede hacer hoy contigo, si tu le dejas actuar.
Las escenas en Mateo 9:29 y 20:34 nos presentan a Jesús tocando los ojos de ciegos y devolviéndoles la vista. En ambas, el énfasis no está solamente en el poder de Cristo para sanar, sino en la respuesta humana: la fe. El evangelio subraya que la fe abre la puerta a la intervención de Dios, no porque tenga poder en sí misma, sino porque nos conecta con el único que tiene poder. John Lennox suele recordar que la fe cristiana no es un salto al vacío, sino una confianza racional y relacional en una Persona real: Jesucristo.
Veamos cómo toda la Escritura ilumina este principio y qué implica hoy para nosotros:
- 1. La fe como llave de lo imposible: Mateo 9:29: “Conforme a vuestra fe os sea hecho”. La sanidad no dependía de rituales ni méritos, sino de confiar en la capacidad del hijo de Dios, Jesús. Hebreos 11:6: “Sin fe es imposible agradar a Dios”. La fe no es opcional, sino el medio de relacionarse con Él. Marcos 9:23: “Al que cree todo le es posible”. La fe no crea realidades mágicas, sino que conecta con el poder de Dios.
- 2. La compasión de Cristo como fundamento: Mateo 20:34: “Jesús, compadecido, tocó sus ojos”. La fe no se apoya en frialdad divina, sino en la compasión del Salvador. Éxodo 34:6 describe a Dios como “compasivo y clemente”. La fe descansa en el carácter de Dios, así como en la intensidad de nuestra confianza.
- 3. La fe probada y purificada: Abraham creyó contra esperanza (Romanos 4:18-21). Los discípulos clamaron: “Auméntanos la fe” (Lucas 17:5). La Biblia reconoce la fragilidad humana, pero apunta a la fidelidad de Dios.
Aplicaciones prácticas, Para el creyente:
- Fe que actúa: La fe no es solo convicción interna, sino obediencia visible. Como los ciegos que clamaron a Jesús, nuestra confianza debe movernos a la acción.
- Fe en la compasión de Cristo: Muchos dudan porque miran sus debilidades. El llamado es a mirar a Cristo, cuyo corazón está lleno de compasión.
- Fe en el día a día: No solo para milagros espectaculares, sino en la provisión diaria, la lucha contra el pecado y la esperanza futura (Filipenses 4:19).
Aplicaciones prácticas, Para el incrédulo:
- Una invitación, no una imposición: Jesús no exige una fe perfecta, sino una apertura genuina a su persona (Juan 1:12).
- De la incredulidad a la confianza: El mayor milagro no es la vista física, sino la vista espiritual (2 Corintios 4:6). Creer en Cristo no es perder la razón, sino encontrar sentido y verdad.
- El llamado a decidir: Rechazar a Cristo es seguir en ceguera espiritual. Creer en Él es recibir vida y luz.
¿Y si Dios quiere tocarte? Muchos ven a Dios como lejano, intocable o inalcanzable. Pero el Evangelio presenta a un Dios que, en Cristo, te busca para tocarte. No para juzgarte de inmediato, sino para sanarte, despertarte, devolverte la visión y limpiarte.
El toque de Jesús no fue reservado para los "buenos" (aunque nadie lo sea). Fue para los impuros, los desahuciados, los confundidos y los enemigos. Si eso te describe, entonces eres exactamente el tipo de persona que Él tocó cuando caminó por esta tierra. Y El quiere hacerlo ahora en tu vida.

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