Los discípulos de Jesús, después de su muerte no habían entendido que el resucitaría. Juan 20:9, Marcos 16:11, 13; María Magdalena del mismo modo pensó que se habían robado del sepulcro el cuerpo de su Señor. Juan 20:13; Tomás el incrédulo, necesitaba ver para creer que Jesús había resucitado Juan 20:25. Cleofas y su condiscípulo camino a Emaús, tuvieron un encuentro con su Maestro, sin saberlo le manifestaron su tristeza pensando que con su muerte todo estaba perdido Lucas 24:19-24; Marcos 16:12-13.
Y todo lo anterior descrito aconteció, justo después de la muy reciente muerte del Señor, y pudiéramos pensar bueno, seguro que luego de esto nadie más dudó de la resurrección del Señor. Nada mas lejos de la realidad. Ya que esta idea se había difundido en la iglesia de Corinto, tal ves influenciada por la filosofía cultural Griega, que pensaba que el cuerpo era una clase de prisión donde el espíritu debía purgar sus culpas; Y que la muerte era una especie de liberación espiritual de esa prisión.
En 1 Corintios 15, el apóstol Pablo confronta una iglesia confundida y quizás influenciada por el pensamiento griego, que negaba la resurrección corporal. Pablo no suaviza su mensaje. No ofrece metáforas vacías. Declara con poder y claridad que Cristo ha resucitado—y que su resurrección garantiza la nuestra. Veamos a continuación la estructura del mensaje del apóstol en este capítulo 15:
1. El Evangelio de la resurrección: El mensaje de las buenas nuevas no es una invención humana, sino un mensaje divino (vv. 1–11).
Pablo comienza recordando el evangelio que les predicó, el cual ellos recibieron, en el cual permanecen, y por el cual son salvos. El verbo prediqué, παραλαμβάνω (paralambanō) en el v. 3 implica una transmisión y entrega fiel, como una herencia sagrada. No es un mensaje inventado por los apóstoles, sino recibido directamente del Señor y entregado a ellos guardando fielmente el contenido original (cf. Gál. 1:12).
La estructura del evangelio es clara: Cristo murió por nuestros pecados, fue sepultado, resucitó al tercer día y fue visto por muchos testigos. El término griego ἐγήγερται (egēgertai) en el v. 4, traducido como “resucitó”, está en perfecto pasivo indicativo, indicando una acción real completada con resultados permanentes. Cristo resucitó y sigue vivo hoy. No fue una experiencia subjetiva, sino un evento histórico y eterno.
2. Testigos de la resurrección: En los versos del 5 al 8 encontramos una serie de testigos oculares de la resurrección del Señor y el argumento del apóstol aquí es irrefutable. Ningún juez en ningún tribunal se atrevería a ignorar las pruebas y testimonios presentadas por testigos oculares y presenciales. Y no es solo uno, sino más de 500 testigos que darían fe que El resucitó. Los testigos son:
- Cefas: Vrs.5(a), (ref. Lc 24:34; Jn 20:19-26; Hch 10:41).
- A los doce: Vrs.5(b) (ref. Mr 16:14; Lc 24:36; Jn 20:19-26; Hch 1:2-14).
- A más de 500: Vrs.6 (ref. Mt 28:7; 10, 16,17; Mr 16:7; Hch 1:3).
- A Jacobo: Vrs. 7 (ref. Hch 1:14; Gal 1:19; Luc 10:1).
- A Pablo: 1Co 9:1; Hch 9:3-5; 17; 18:9).
3. Las consecuencias devastadoras de la "no" resurrección de Cristo (vv. 12–19)
Pablo argumenta lógicamente: si no hay resurrección de los muertos, entonces ni Cristo resucitó, y si Cristo no resucitó entonces:
- Nuestra predicación es vana (κενός / kenos): vacía de contenido real.
- Nuestra fe es inútil (ματαία / mataia): sin propósito.
- Somos falsos testigos.
- Estamos todavía en nuestros pecados.
- Los que murieron en Cristo perecieron sin esperanza.
Este pasaje y sus argumentos corta como espada de doble filo. No deja espacio para medias tintas. La resurrección no es un añadido opcional: es el núcleo central del cristianismo y su mensaje a la humanidad. (Continúa aquí: La resurrección de Cristo...).
No hay comentarios:
Publicar un comentario