sábado, 17 de agosto de 2013

Jesucristo dijo: "No he venido para..."


La Orotava, Tenerife, España. 
18/08/2013.


            En los evangelios el Señor Jesucristo, deja claro a que había venido al mundo. Son veintiuna (21) las referencias bíblicas tocante a esta afirmación de la boca de él  mismo. (Mateo: 5:17; 9:13; 10:34-35; 18:11, Marcos: 1:38; 2:17, Lucas 4:43; 5:32, Juan 5:43; 7:28-29; 9:39; 10:10; 12:27; 12:37; 12:46-47. A estas se le suman las palabras de Nicodemo en Juan 3:2 y las declaraciones de los mismos demonios encontradas en Marcos 1:24 y Lucas 4:34. 

  Ante tal insistencia creo oportuno poner nuestra atención ante lo que la palabra de Dios quiere que consideremos, ya que cuando Dios insiste en algo en su palabra es que de algún modo quiere llamar nuestra atención para hacernos reflexionar.  

  Describiremos a continuación algunas de esas reflexiones:

a.-   Cristo no había venido para derribar la ley. 
  Mat 5:17 "No penséis que he venido para abrogar la ley o los Profetas. No he venido para abrogar, sino para cumplir".  En la ley Mosaica Dios reveló las normas que conducen a la vida santa. Los fariseos defendían la ley y trataban de obedecerla. Pero Jesús dijo que la verdadera justicia que agrada a Dios debe exceder a la de los escribas y fariseos. Para el resto del pueblo este grupo de religiosos era el punto de referencia más alto de la santidad a Dios. Y si ellos no estaban a la altura de la exigencia divina, ¿dónde quedaría el resto de ellos? Los fariseos pensaban que el Señor había venido para derribar lo establecido por Dios en su ley. La traducción literal al versículo arriba citado sería: "no he venido a derribar, sino a satisfacer". De manera que la ley era como un alto muro de separación difícil de escalar para poder llegar a las exigencias del Dios infinitamente santo. Pero el Señor aclara un factor más, determinante a nuestro favor. Y es que él había venido a satisfacer la exigencia de la justicia de Dios. En su persona encontramos el cumplimiento pleno de la ley. Describiremos algunos rasgos.

1.-   En su nacimiento: 
  En Gálatas 4:4 leemos "Pero cuando vino la plenitud del tiempo, Dios envió  a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley. Que grande fue la humillación de nuestro Señor que estuvo dispuesto a sujetarse a una ley que él mismo había establecido, con el único objetivo de redimirnos del terrible yugo de esclavitud que su misma ley señalaba.

2.-   En su vida: 
  Toda su vida fue canalizada bajo la senda del cumplimiento de los requisitos establecidos por la ley. Fue circuncidado al octavo día, acudió al templo siendo aún un niño como lo establecían las costumbres religiosas y la prueba máxima de aprobación la recibió desde el mismo cielo al ser bautizado, cuando una voz se dejó oír: "este es mi hijo amado en quien tengo complacencia" Mat 3:17. La vida de nuestro Señor es una clara evidencia del cumplimiento de los estatutos divinos. 

3.-   En su muerte y su resurrección.
  Cristo nos redimió por su muerte de la maldición de la ley, ya que la ley condenaba al pecador y transgresor de la misma, eso es lo que Pablo nos señala en Gálatas 3:13. Su muerte fue la culminación plena de lo exigido por la ley de Dios. Él ocupó nuestro lugar en la cruz, el llevó la maldición que tocaba a cada uno de nosotros. Y la demostración que su obra había sido recibida con agrado ante Dios fue que la tumba no le pudo retener, Dios le resucitó al tercer día como estaba escrito de él en las profecías antiguas. 

b.-   Cristo no había venido a llamar a justos. 
  Luc 5.32 "No he venido a llamar a justos sino a pecadores al arrepentimiento". Mat 9:13, Mr 2.17. Lo opuesto a la justicia es la transgresión. En su etimología, tanto en hebreo como en griego,  la palabra pecado quiere decir: "errar el blanco o la meta establecida". y para la sociedad antigua el guardar los ritos establecidos era suficiente para ser justos delante de Dios, un joven le manifestó al Señor en una ocasión, que todo lo demandado , él lo había guardado desde su juventud. Aunque Jesús no lo desmintiera le pidió que vendiera todas sus posesiones a lo que este joven sucumbió porque tenía muchas posesiones. Quedando demostrado que no se trataba de cumplir o no la ley (aunque nadie podía hacerlo), sino considerarse pecador, sabiendo que solo Cristo era capaz de cumplir en su totalidad las demandas de Dios.

  El Señor fue criticado por andar y comer con pecadores (publicanos y rameras), un sector de la sociedad que se consideraban convictos y confesos de su condición delante de Dios. Siendo este el primer paso para el genuino arrepentimiento en el camino a la reconciliación con el Creador. Si hasta ahora te consideras bueno y justo delante de los hombres, puede ser que ante ellos realmente lo seas, pero no ante Dios. La Biblia dice que nuestras buenas obras son como trapos de inmundicia en su presencia. Sin embargo Dios nos ve por medio de su Hijo Jesucristo en plenitud de perfección, como si nunca hubiésemos pecado. Gracias a la obra que se efectuó en la cruz del calvario. Si te consideras justo nunca tendrás un encuentro con Jesús para salvación. Es necesario reconocerte pecador o pecadora para que puedas disfrutar del genuino arrepentimiento.

c.-   El Señor no había venido a juzgar al mundo.
Juan 12:47 "Si alguien oye mis palabras y no las guarda, yo no le juzgo, porque yo no vine para juzgar al mundo, sino para salvar al mundo". El último punto tiene que ver con juicio, y es que este es el tercer eslabón en la cadena de la redención de la humanidad. Sin el conocimiento de la ley era imposible el reconocimiento del pecado, asi como sin el juicio del pecado era imposible el disfrute de la justificación.

  No debemos confundir este señalamiento del Señor en cuanto al juicio al mundo, algunos se atreven a declarar que Dios es muy bueno para castigar a la humanidad. Esto no es lo que quiere decir Jesús en esta ocasión. En su primera venida al mundo el objetivo primordial era la salvación del mundo, por eso murió y para eso El vino. El pagó la cuenta que nosotros le debíamos a Dios, eso es lo que se declara en Col 2:14.

  Pero no debemos abusar de la gracia que Dios hasta hoy nos regala, estamos viviendo un período en donde Dios perdona y salva a cualquier persona que acude a Él en actitud de arrepentimiento. A un corazón contrito y humillado, no despreciarás tu oh Dios. Pero como en los días de Noé, la puerta de salvación se cerrará y la oportunidad de reconciliación con Dios acabará.  La muerte puede cerrar esa puerta de salvación ya que después de la separación con los vivos no hay más oportunidad, pero también la venida del Señor puede sucederse y puede ser en cualquier momento. Y al ser arrebatada la iglesia de este escenario, junto con ella lo será el espíritu de Dios, el cual redarguye de pecado. Y sin el Espíritu Santo cesa la oportunidad de salvación.


  Así que el Señor dejó muy claro a que no había venido a este mundo, espero que tu mi querido lector lo tengas también claro. Acepta a Cristo como tu salvador personal hoy, porque mañana puede ser demasiado tarde.

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