La Orotava, Tenerife, España.
18/08/2013.
En
los evangelios el Señor Jesucristo, deja claro a que había venido al mundo. Son
veintiuna (21) las referencias bíblicas tocante a esta afirmación de la boca de
él mismo. (Mateo: 5:17; 9:13; 10:34-35; 18:11, Marcos: 1:38; 2:17, Lucas
4:43; 5:32, Juan 5:43; 7:28-29; 9:39; 10:10; 12:27; 12:37; 12:46-47. A estas se
le suman las palabras de Nicodemo en Juan 3:2 y las declaraciones de los mismos
demonios encontradas en Marcos 1:24 y Lucas 4:34.
Ante
tal insistencia creo oportuno poner nuestra atención ante lo que la palabra de
Dios quiere que consideremos, ya que cuando Dios insiste en algo en su palabra
es que de algún modo quiere llamar nuestra atención para hacernos reflexionar.
Describiremos a continuación algunas de esas reflexiones:
a.- Cristo no había venido
para derribar la ley.
Mat
5:17 "No penséis que he venido para abrogar la ley o los Profetas. No he
venido para abrogar, sino para cumplir". En la ley Mosaica Dios
reveló las normas que conducen a la vida santa. Los fariseos defendían la ley y
trataban de obedecerla. Pero Jesús dijo que la verdadera justicia que agrada a
Dios debe exceder a la de los escribas y fariseos. Para el resto del pueblo
este grupo de religiosos era el punto de referencia más alto de la santidad a
Dios. Y si ellos no estaban a la altura de la exigencia divina, ¿dónde quedaría
el resto de ellos? Los fariseos pensaban que el Señor había venido para
derribar lo establecido por Dios en su ley. La traducción literal al versículo
arriba citado sería: "no he venido a derribar, sino a satisfacer". De
manera que la ley era como un alto muro de separación difícil de escalar para
poder llegar a las exigencias del Dios infinitamente santo. Pero el Señor
aclara un factor más, determinante a nuestro favor. Y es que él había venido a
satisfacer la exigencia de la justicia de Dios. En su persona encontramos el
cumplimiento pleno de la ley. Describiremos algunos rasgos.
1.-
En su nacimiento:
En Gálatas
4:4 leemos "Pero cuando vino la plenitud del tiempo, Dios envió a su
Hijo, nacido de mujer y nacido
bajo la ley. Que grande fue la humillación de nuestro Señor que estuvo
dispuesto a sujetarse a una ley que él mismo había establecido, con el único
objetivo de redimirnos del terrible yugo de esclavitud que su misma ley
señalaba.
2.-
En su vida:
Toda
su vida fue canalizada bajo la senda del cumplimiento de los requisitos
establecidos por la ley. Fue circuncidado al octavo día, acudió al templo
siendo aún un niño como lo establecían las costumbres religiosas y la prueba
máxima de aprobación la recibió desde el mismo cielo al ser bautizado, cuando
una voz se dejó oír: "este es mi hijo amado en quien tengo complacencia"
Mat 3:17. La vida de nuestro Señor es una clara evidencia del cumplimiento de
los estatutos divinos.
3.-
En su muerte y su resurrección.
Cristo nos redimió por su muerte de la maldición de la ley, ya que la ley
condenaba al pecador y transgresor de la misma, eso es lo que Pablo nos señala
en Gálatas 3:13. Su muerte fue la culminación plena de lo exigido por la ley de
Dios. Él ocupó nuestro lugar en la cruz, el llevó la maldición que tocaba a
cada uno de nosotros. Y la demostración que su obra había sido recibida con
agrado ante Dios fue que la tumba no le pudo retener, Dios le resucitó al
tercer día como estaba escrito de él en las profecías antiguas.
b.-
Cristo no había venido a llamar a justos.
Luc
5.32 "No he venido a llamar a justos sino a pecadores al
arrepentimiento". Mat 9:13, Mr 2.17. Lo opuesto a la justicia es la transgresión.
En su etimología, tanto en hebreo como en griego, la palabra pecado
quiere decir: "errar el blanco o la meta establecida". y para la
sociedad antigua el guardar los ritos establecidos era suficiente para ser
justos delante de Dios, un joven le manifestó al Señor en una ocasión, que todo
lo demandado , él lo había guardado desde su juventud. Aunque Jesús no lo
desmintiera le pidió que vendiera todas sus posesiones a lo que este joven
sucumbió porque tenía muchas posesiones. Quedando demostrado que no se trataba
de cumplir o no la ley (aunque nadie podía hacerlo), sino considerarse pecador,
sabiendo que solo Cristo era capaz de cumplir en su totalidad las demandas de
Dios.
El
Señor fue criticado por andar y comer con pecadores (publicanos y rameras), un
sector de la sociedad que se consideraban convictos y confesos de su condición
delante de Dios. Siendo este el primer paso para el genuino arrepentimiento en
el camino a la reconciliación con el Creador. Si hasta ahora te consideras
bueno y justo delante de los hombres, puede ser que ante ellos realmente lo
seas, pero no ante Dios. La Biblia dice que nuestras buenas obras son como
trapos de inmundicia en su presencia. Sin embargo Dios nos ve por medio de su
Hijo Jesucristo en plenitud de perfección, como si nunca hubiésemos pecado.
Gracias a la obra que se efectuó en la cruz del calvario. Si te consideras
justo nunca tendrás un encuentro con Jesús para salvación. Es necesario reconocerte
pecador o pecadora para que puedas disfrutar del genuino arrepentimiento.
c.- El Señor no había venido a
juzgar al mundo.
Juan 12:47
"Si alguien oye mis palabras y no las guarda, yo no le juzgo, porque yo no
vine para juzgar al mundo, sino para salvar al mundo". El último punto
tiene que ver con juicio, y es que este es el tercer eslabón en la cadena de la
redención de la humanidad. Sin el conocimiento de la ley era imposible el reconocimiento
del pecado, asi como sin el juicio del pecado era imposible el disfrute de la
justificación.
No
debemos confundir este señalamiento del Señor en cuanto al juicio al mundo,
algunos se atreven a declarar que Dios es muy bueno para castigar a la
humanidad. Esto no es lo que quiere decir Jesús en esta ocasión. En su primera
venida al mundo el objetivo primordial era la salvación del mundo, por eso
murió y para eso El vino. El pagó la cuenta que nosotros le debíamos a Dios,
eso es lo que se declara en Col 2:14.
Pero
no debemos abusar de la gracia que Dios hasta hoy nos regala, estamos viviendo
un período en donde Dios perdona y salva a cualquier persona que acude a Él en
actitud de arrepentimiento. A un corazón contrito y humillado, no despreciarás
tu oh Dios. Pero como en los días de Noé, la puerta de salvación se cerrará y
la oportunidad de reconciliación con Dios acabará. La muerte puede cerrar
esa puerta de salvación ya que después de la separación con los vivos no hay más
oportunidad, pero también la venida del Señor puede sucederse y puede ser en
cualquier momento. Y al ser arrebatada la iglesia de este escenario, junto con
ella lo será el espíritu de Dios, el cual redarguye de pecado. Y sin el
Espíritu Santo cesa la oportunidad de salvación.
Así
que el Señor dejó muy claro a que no había venido a este mundo, espero que tu
mi querido lector lo tengas también claro. Acepta a Cristo como tu salvador
personal hoy, porque mañana puede ser demasiado tarde.
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