La Orotava, 17/03/2014.
Tres (3) "porques" debemos congregarnos.
Indudablemente que el deseo de reunirnos en un lugar en particular para compartir intereses y sentimientos comunes hacia nuestro creador no es algo nuevo. Desde los tiempos de Moisés cuando por mandato divino se convocaba a toda la congregación de Israel, Éxo 35:1 "Moisés convocó a toda la congregación de los hijos de Israel y les dijo: Estas son las cosas que Jehová ha mandado que sean hechas;" A tal punto de importancia llegaban a ser estas reuniones, que encontramos la frase "santa convocación" al menos en 32 ocasiones repartidas en los libros del Éxodo, Levítico y Números. Estas reuniones eran importantes ya que en ellas Dios transmitía su palabra por medio de sus siervos al pueblo y servían para estrechar las relaciones personales entre los Israelitas. Y no solo entre ellos sino también en su relación con su creador. Dios mismo expresa su deseo de que sus santos se junten en torno a su persona (Sal 50:5 "Juntadme mis santos", Mat_23:37 "¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste"!, Mat_18:20 "Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos").
Sin embargo encontramos en los tiempos actuales como algunos mal llamados líderes de algunas Iglesias, se atreven a desestimar este habito, creando grupos de reuniones dirigidos por tele conferencias asistidas desde otros países inclusive. Este no es el concepto ni el modelo Bíblico que se nos ha dejado. En el Nuevo Testamento encontramos como debe ser el modelo de reunión practicado por los apóstoles. Ellos llegaban a los lugares anunciando el evangelio de Dios, las personas escuchaban el mensaje, lo creían y ofrecían sus casas como centros de reunión, tal como podemos leer en Rom 16:5 "Saludad también a la iglesia de su casa... "; Hch 12:12 "Y habiendo considerado esto, llegó a casa de María la madre de Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos, donde muchos estaban reunidos orando". Debemos ser celosos de guardar el patrón que Dios nos ha dejado en su palabra tocante a este tema.
Uno de los ataques mas certeros del enemigo de nuestras almas Satanás en contra de los genuinos creyentes en Dios es el de quitar el deseo de asistir a las reuniones habituales de la Iglesia. Por razones diversas, lo primero que pensamos es en dejar de reunirnos como si la culpa de nuestros problemas fuese de Dios. Al actuar así estamos desobedeciendo lo que encontramos establecido en su palabra Heb 10:25 "no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre..." Las razones que podamos tener para dejar de reunirnos son armas utilizadas en nuestra contra y solo irán en nuestro perjuicio espiritual, para aislarnos y hacernos más vulnerables en nuestra soledad. Fijémonos que cada una de esas razones tendrán su origen en el ser humano; Dios nunca nos dará ese tipo de excusas para dejar de asistir a su casa.
Es por esto que les presento al menos tres "porques" debemos reunirnos:
1.- Para recibir eterna bendición: El Sal 133:1 "¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es Habitar los hermanos juntos en armonía!" y el verso 3 "Como el rocío de Hermón, Que desciende sobre los montes de Sion; Porque allí envía Jehová bendición, Y vida eterna".
2.- Para recibir protección: Sal 84:10 Porque mejor es un día en tus atrios que mil fuera de ellos. Escogería antes estar a la puerta de la casa de mi Dios, Que habitar en las moradas de maldad. 11 Porque sol y escudo es Jehová Dios; Gracia y gloria dará Jehová.
3.- Para recibir perdón: Heb 10:25 "no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca. 26 Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados".
Cuando asistimos a la casa de Dios vamos a escuchar su palabra, palabra que nos puede restaurar y sanar nuestras heridas. Dios habita en medio de sus escogidos y de sus alabanzas. ¿Hay acaso mayor bendición que estar en la casa de Dios, con los hijos de Dios en las cosas de Dios?
La próxima vez que consideres dejar de acudir a la casa de Dios, piensa que el único que va a perder eres tu, perderás bendiciones, perderás la protección necesaria para estar en paz con los que te rodean y te perderás la posibilidad de ser restaurado a la bendita comunión con Dios y con tu prójimo. Así que hagamos nuestras las palabras del Salmista "Yo me alegré con los que me decían: A la casa de Jehová iremos". Sal 122:1.
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