El problema de Job
El poema es
tan rico en su pensamiento, tan amplio en su alcance, que buena parte de la
experiencia humana y sus misterios se han visto reflejadas en él. En su mayor
parte, sin embargo, se considera que se ocupa del problema del sufrimiento
humano. Aunque ha exagerado el caso, W. B. Stevenson (op. cit., pp. 34ss)
aclara que en el poema hay menos alusión a los sufrimientos físicos de Job que
lo que comúnmente se ha supuesto. Job se preocupa menos de su dolor físico que
del tratamiento que recibe de sus familiares, sus conciudadanos, la multitud, y
finalmente, sus amigos. Pero eso simplemente es prueba de que Dios lo ha
abandonado. En otras palabras, el problema de Job no es tanto el del dolor, ni
aun el del sufrimiento en un sentido más amplio, sino teológico, o sea, por qué
Dios no actuó de acuerdo con lo que exigían que lo hiciera toda la teoría y sus
experiencias anteriores. Como criatura de su época, naturalmente había
construido toda su vida sobre la base de la teoría de que la justicia de Dios
significaba equiparar el bien con la prosperidad.
Sacadas de su contexto, las palabras de sus amigos y
de Eliú son más aceptables que muchas de las más precipitadas expresiones de
Job. Dios las rechaza (Job 42.7), no porque no sean verdaderas, sino porque
reflejan un criterio demasiado estrecho. Esto lo aclara especialmente la
discusión del destino de los impíos. Con toda la exageración de Job, debemos
reconocer inmediatamente que sus amigos en realidad están mostrando un cuadro a
priori de lo que debe ser el destino de los impíos. Ellos crean su imagen
de Dios sólo mediante una cuidadosa selección de pruebas. La causa de la agonía
de Job es la desintegración de su concepción teológica del mundo.
Esto explica la culminación aparentemente poco
satisfactoria en la que Dios no contesta las preguntas y las acusaciones de
Job, y, sin embargo, aunque proclama la grandeza de su poder absoluto, y no la
de su regla ética, Job queda satisfecho. Comprende Job que su concepto de Dios
se había deformado porque era demasiado pequeño; sus problemas se evaporan
cuando llega a comprender la grandeza de Dios. El propósito del libro no es dar
respuestas al problema del sufrimiento, sino proclamar a Dios en una grandeza
tal que no haga falta respuesta alguna, porque trascendería la mente finita si
la proporcionara; lo mismo se aplica a los problemas planteados incidentalmente.
Estimado lector, nuestros verdaderos problemas quedarán en un ultimo plano cuando el vacío que ellos dejan sea llenados por lo que Dios debe representar verdaderamente en nuestras vidas.
Bibliografía. R. Augé, “Job”,
°EBDM,
t(t).
IV, cols. 569–577; G. von Rad, Sabiduría de Israel, 1985; L. Alonso
Schökel, J. L. Sicre Díaz, Job, 1983; J. M. Martínez, Job, la fe en
conflicto, 1975; varios autores, La hora de Job, 1970; C. Jung, Respuesta
a Job, 1964; M. F. Lacán y otros, Mensaje espiritual de los Salmos de
Israel, 1968.
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