Lectura:
Juan 15:1-8.
En el pasaje arriba descrito, encontramos una vez
más lo que yo he llamado una “progresión literaria”, frase tomada de las
populares progresiones aritméticas que pueden ir en orden ascendente o
decreciente numéricamente hablando, solo que en nuestro caso este principio se
cumple en el orden de algunas palabras. Anteriormente vimos como Pablo nos
muestra una progresión fatídica descrita en la carta a los Romanos capítulo
cinco, en donde se nos muestra el estado que llevábamos antes de conocer a Dios
y que actualmente es el estado que lleva la humanidad. Partiendo de la
condición de “débiles”, imposibilitados de valernos por nosotros mismos
espiritualmente hablando; seguidamente pasando por ser “pecadores” habiendo
errado el blanco marcado por Dios y finalmente llegando a la condición de “enemigos”,
contrarios a los planes y propósitos establecidos por el creador. Seguidamente
el apóstol muestra la solución a este estado tan decadente y precario revelando
como por la muerte de Cristo cada uno de estos estados han sido subsanados elevando
esta condición contraria a una progresión más alentadora; Pasando de débiles a
fortalecidos en Cristo, pecadores a amados de Dios y de enemigos a amigos de
Jesús. Por su puesto que esta transformación solo es posible cuando el nuevo nacimiento
se opera en nuestras vidas, tal y como lo hizo Nicodemo en el evangelio de Juan capítulo tres.
La analogía que presenta el Señor en este capítulo en relación al fruto no es nueva en las
escrituras, solo en el Antiguo Testamento
la encontramos mencionada unas 107 veces, seguida por el Nuevo
Testamento con 77 apariciones relacionadas con este tema, dentro de las
epístolas la hallamos mencionadas al menos en 24 de ellas. Así que es un tema
al que debemos prestar atención ya que Dios lo hace en su palabra.
Como en toda analogía encontramos personajes
representados en ella, la primera a la que se hace referencia es a la “vid” y
claramente se refleja de quién se está hablando, esta figura es el Señor él
mismo dijo “yo soy la vid verdadera” en dos ocasiones lo destaca, esta mención
es única en los evangelios y se la vincula con la serie de “yo soy” que el
evangelista Juan viene narrando a lo largo de su evangelio, como segundo
personaje encontramos al labrador y así como al primero se deja claro a quién
se refiere, el mismo Señor dice “mi padre es el labrador”, ahora esta mención
no es la primera vez que se usa, ya en el Antiguo Testamento la encontramos
(Salmo 80:8,14; Isaías 5:1,7; Ezequiel 19:10ss); pero cuando le toca el turno a
las ramas o pámpanos la cosa no esta tan clara como en los dos personajes
anteriores, y es que encontramos dos clases de ramas (verso 2), allí se
describe las ramas que no llevan fruto y las que si lo hacen, si analizamos el
contexto de esta narrativa nos damos cuenta que el Señor está hablando a sus
discípulos entre los que se encontraba Judas, una rama que había pasado más de
tres años aparentemente pegada a la vid pero sin haber dado fruto agradable a
Dios, este fue una rama que fue cortada, se secó y fue arrojada en el fuego de
la condenación. Así que el mensaje del Señor es claro, aparentar ser un
creyente pegado a Cristo no es suficiente, asistir a la iglesia regularmente,
ser testigo de las maravillas de Dios y profesar ser discípulo de Jesús no nos
garantiza la salvación de nuestras almas, Judas hizo todas estas cosas y se
perdió, este ejemplo debería hacernos reflexionar. Pero también hay ramas
genuinas pegadas y unidas al tallo principal las cuales se nutren de la sabia y
que produce en ellos buen fruto para el labrador. El Señor dijo que el árbol
bueno da frutos buenos y que el árbol malo frutos malos (Mt 7:17-18); También
hizo referencia que la forma de identificar un árbol era por el tipo de fruto
que este producía (Mt 12:33).
Ahora bien sabiendo que clase de ramas somos y que
clase de relación tenemos con la vid que es Cristo, ¿Cómo podemos identificar
los frutos que debemos producir? ¿Qué es fruto desde el punto de vista de las
escrituras? Seguidamente paso a detallar algunas figuras usadas para definir
este asunto.
¿Qué es fruto?
a.- Fruto es: Las virtudes de la vida Cristiana,
Gal 5:22-23 “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad,
bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley”.
Manifestar todas estas virtudes en nuestra vida es reflejar las
virtudes de los que fue la vida de Cristo en nosotros, no por nuestro esfuerzo
personal, alguno podría pensar que es necesario trabajar todos y cada uno de
estos frutos en nosotros cada día e instante de nuestra vida, pero eso no es lo
que nos dice el Señor en este capítulo 15 de Juan, aquí solo se nos da dos
requisitos para que esto sea posible “permaneced en mí y mis palabras
permanezcan en vosotros”. Cuando desarrollemos una intimidad con Cristo y un ejercicio permanente con su bendita palabra,
todos y cada uno de estos frutos se harán presente en nuestras vidas.
b.-
Fruto es: Confesión de alabanza, Heb 13:15 “Así que,
ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él, sacrificio de alabanza, es decir,
fruto de labios que confiesan su nombre”.
Cuando alabamos y confesamos delante de Él nuestra gratitud estamos dándole
fruto, cuando le adoramos y oramos a su persona, eso es el “fruto de labios” al
que se refiere el escritor en esta cita.
c.-
Fruto es: Ofrendas prácticas, Fil 4:17 “No es que busque dádivas, sino
que busco fruto que abunde en vuestra cuenta”. Rom 15:28 “Así que, cuando haya concluido esto, y les haya entregado este
fruto, pasaré entre vosotros rumbo a España”.
El
apóstol Pablo relaciona las ofrendas recibidas por los hermanos de Filipos como
un fruto que abunda en favor de la cuenta de ellos, como una especie de haber
en su contabilidad espiritual.
d.-
Fruto es: Comunicación que edifica a otros en el ejercicio de los dones
espirituales, 1Cor 14:14 “Porque si yo oro en lengua desconocida, mi
espíritu ora, pero mi entendimiento queda sin fruto”.
El
apóstol viene tratando desde el capítulo doce de esta carta el tema del ejercicio
de los dones espirituales y hace mención en este capítulo 14 que el orar en
lenguas que nadie conoce ni entiende nos deja sin ningún fruto para Dios. No me
sirve de nada llenarme de todo el conocimiento de Dios si eso que recibo no lo
transmito a otros para que también sean bendecidos al igual que yo. Los dones
espirituales son dados a los creyentes para edificación del pueblo de Dios, y
solo cuando desarrollemos esos dones de esta manera estaremos realmente dando
fruto para su gloria.
e.-
Fruto es: Almas convertidas para Cristo, Juan 4:35(b) “Alzad
vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega”.
Las almas que fueron llevadas al Señor por la palabra de la mujer
samaritana, El las describe como un campo que está listo para la cosecha, en
otras palabras un fruto maduro para su recolección. Así que cuando anunciamos
el evangelio de Dios a las almas perdidas y necesitadas de Él, estamos contribuyendo a la recolección de esos
frutos maduros y agradables para Dios.
Teniendo
claro lo que significa llevar fruto para Dios ahora toca el turno a las
condiciones necesarias para que ese fruto se produzca así que mencionaremos algunas
que se encuentran en la palabra. Relacionaremos estas condiciones con una
cadena y sus eslabones, siendo estos cada condición necesaria para dar fruto.
1.- Salvacón: Rom 10:17 “Así que la
fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios”. No puede haber fruto digno para Dios si no
hemos experimentado el nuevo nacimiento en nosotros, Judas no dio frutos porque
no tenía la experiencia de la salvación en él. La clave para distinguir si alguien
es del Señor es por sus frutos (Mt 12:33) “por sus frutos los conoceréis”.
Podemos aparentar dar frutos buenos tal y como lo hicieron aquellos que le
dirán al Señor en Mat 7:22 Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no
profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu
nombre hicimos muchos milagros? Estos
eran ramas aparentemente fructíferas a la vista del ojo humano, pero no al ojo
escudriñador del Padre labrador quienes al final los excluye de sí.
2.- Limpieza: Jn 15:2 “Ya vosotros
estáis limpios por la palabra que os he hablado”. La siguiente condición necesaria para dar
fruto es la limpieza, el labrador corta aquellas ramas que sobran y roban la
fuerza necesaria para dar fruto abundante para El. Esto podría relacionarse con
todas aquellas cosas que sobran en nuestra vida, llámese carnalidad, vanidad
material y aún muchas cosas legítimas que roban el primer lugar que Dios debe
tener en nosotros. El labrador debe usar su tijera de podar para cortar lo que
no es necesario y este sin duda es un proceso doloroso para la rama, al igual
que para nosotros. De la misma manera que las ramas son sometidas al proceso de
poda nosotros también pasamos por circunstancias dolorosas cuyo único objetivo
es que llevemos fruto abundante para Dios, tal como se nos dice en Heb 12:11 “Es verdad
que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza;
pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido
ejercitados”.
3.- Permanencia: Jn 15:7 “Si
permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros”. Así como es imposible que una rama lleve
fruto sin su permanencia del tallo de la vid del mismo modo no podemos llevar
fruto para Dios si no permanecemos en Cristo, ahora ¿Cómo puede ser esto
posible? No es casual que se mencionen dos factores de permanencia: la
permanencia con el Señor y con su palabra, la palabra de Dios nos testifica de
la persona de Cristo así que creo que este es un llamado redundante a
ejercitarnos en el estudio continuo y sistemático de la Biblia. Al leerla y
meditarla diariamente nos nutrimos de la persona de Cristo, en intimidad con su persona y si este ejercicio
es continuo esto dará como resultado frutos abundantes para Dios.
Es
tan importante nuestra relación con la palabra de Dios que es el eslabón que
une cada una de estas condiciones necesarias para dar fruto. Tanto la Salvación
como la limpieza y la permanencia, pasan por estar en unión con el ejercicio de
la lectura de la palabra. Somos salvos
por oír la palabra Rom 10:17, somos limpios por la palabra Jn 15:2 y finalmente
debemos permanecer en la palabra para dar fruto Jn 15:7.
En
este proceso de dar fruto para Dios se presentan tres situaciones progresivas,
situaciones que son ascendentes y particulares en relación a la palabra “fruto”,
veamos cuales son.
a.- FRUTO (Salvación):
Jn 15:2(b), “y todo aquel que lleva fruto”, aquí el Señor está diferenciando la rama
que lleva fruto de la que no lo hace y claramente está diferenciando los que no
son salvos de los que sí lo son, si tomamos esto como base sugiero que esta
palabra en singular se refiere en relación a la conversión de la persona. Ya lo
dijo el Señor “haced frutos dignos de arrepentimiento” (Mt 3:8; Lc 3:8). Así
que no es casual el uso de esta palabra fruto en singular, somos salvos una vez
y para siempre. La experiencia del perdón de pecados no es continua y repetitiva
en nuestras vidas, disfrutamos de ella una vez y para siempre tal y como lo
leemos en Efe 1:13.
b.-
MÁS FRUTO (Santificación): Jn 15:2(c), “lo limpiará, para que lleve más fruto”. Para que esta situación se dé es necesaria
la limpieza que debemos experimentar y ella tiene como propósito diario
hacernos todavía más fecundos. El que ha producido treinta seguramente podrá
producir sesenta o incluso un centenar (Mt 13:23). Sin la santificación que
Dios requiere de nosotros es imposible que nuestra productividad espiritual aumente,
no podemos ser frondosos para el mundo sin que eso robe nuestra vitalidad para
producir frutos dignos para Dios. Es por eso que el Padre debe podar estas
cosas que sobran. Así que todos los que entran en contacto con la vid que es
Cristo se comparan con ramas que están en El. Algunos producen frutos, otros no.
La responsabilidad es totalmente individual.
c.- MUCHO
FRUTO (Fidelidad): Jn 15:5(b), “el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho
fruto”; Es
notable que esta frase aparezca en dos ocasiones más aparte de esta y al
revisarlas al detalle encontramos algunas características resultantes para
poder llevar mucho fruto. Veamos cuales.
c.1
Sacrificio. Jn 12:24, “De cierto, de cierto os digo, que si el grano de
trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto”.
La mayor prueba de sacrificio
la realizó Cristo en la cruz por nosotros así que si queremos llevar mucho fruto
debemos estar conscientes de que será necesario limitar nuestros propios
intereses ante los intereses de los demás.
c.2
Reciprocidad. Jn 15:5, “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que
permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto”; Cada una de las partes involucradas en
este proceso de dar mucho fruto debe cumplir su parte para que esta tarea se
cumpla. Por un lado la Sabia santa de Cristo como la vid verdadera estará
siempre a nuestra disposición, para nutrirnos; Del mismo modo nosotros como las
ramas debemos reiterar nuestro compromiso voluntario de permaneces adheridos al
tallo para que recibamos de este lo necesario para producir mucho fruto. Del
lado de Cristo este compromiso es inmutable, más del lado nuestro cabe la
posibilidad de que no lo cumplamos, es por eso que debemos cuidar
constantemente de cumplir con esta condición si queremos llevar mucho fruto
para Dios.
c.3 Aprendizaje. Jn 15:8, “En esto es
glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos”. Es curioso que el llevar fruto se asocie
con el discipulado, pero si pensamos que el aprendizaje continuo y constante a
lo largo de nuestra vida, es y será uno de los responsables de que llevemos
fruto. Un creyente descuidado y apático en el ejercicio de aprender más de su
Señor difícilmente producirá resultados óptimos para Dios y este ejercicio a
demás resultará para glorificar al Padre.
Así
que pensemos por un momento ¿en que situación nos encontramos en relación a
esta escala progresiva de rendimiento para Dios? ¿Has dado fruto digo de
arrepentimiento? Y si así es ¿te conformas tan solo con eso? Pudiendo rendir
más fruto y mucho fruto para nuestro Viñador tenemos la encomiable tarea de que
nuestro rendimiento sea el esperado por El. Tenemos todos los recursos a
nuestra disposición, solo queda que nos pongamos manos a la obra. ¡Si se puede! con la ayuda de nuestro Dios.
Presentación power point.
(haz clic aquí para descargar).
Fruto progresivo (I) Sta. Cruz.
fruto progresivo (I) la Orotava
fruto progresivo (II) La Orotava
(haz clic aquí para escuchar o descargar este mensaje en mp3).
fruto progresivo (I) la Orotava
fruto progresivo (II) La Orotava
(haz clic aquí para escuchar o descargar este mensaje en mp3).
Presentación power point.
(haz clic aquí para descargar).
Si quieres saber más sobre esta serie de progresiones
haz clic aquí: Progresión fatídica: débiles, pecadores, enemigos.
Esta sección tiene como meta, presentar información oportuna, interesante
y hasta curiosa para el conocimiento sobre la Biblia, la poderosa palabra de Dios.
Si ha sido de provecho compártelo en tus redes sociales, para que otros también sean bendecid
No hay comentarios:
Publicar un comentario