miércoles, 29 de octubre de 2014

Implicaciones en la oración.

                       La Orotava, Tenerife, España.

    Es interesante saber que tenemos comunicación directa con la misma presencia de Dios cada vez que lo deseemos por medio de la oración, podemos hablar con Dios cada vez que lo necesitemos o simplemente lo anhelemos. Y lo más admirable para mi, es que siempre está dispuesto a oírnos, como dice el cántico “El no dirá tengo cosas que hacer”. Y es que en la palabra de Dios encontramos muchos ejemplos relacionados con este tema, específicamente de qué manera podemos implicarnos a la hora de orar. Quisiera que reflexionemos por lo menos en tres ejemplos.

1.- En la oración podemos ser ACTORES. En el relato encontrado en Éxodo 17:8-9(a). Encontramos como el pueblo sale a pelear en Refidim contra Amalec, una lucha cuerpo a cuerpo, soldado contra enemigo. Este sería el primer grupo representado en el desarrollo de este tema. Israel debía enfrentarse cara a cara contra su primer enemigo. Así mismo en nuestra vida debemos enfrentarnos con problemas y tentaciones de manera personal, nadie puede librar nuestras propias batallas sino nosotros mismos, Santiago 4:7 nos recuerda cual debe ser nuestra actitud en medio de nuestra personal lucha “…resistid al diablo, y huirá de vosotros”. Una de las traducciones de esta palabra resistir es “hacer estar en pie”, no decayendo en nuestro ánimo de lucha contra nuestro enemigo.

2.- En la oración podemos ser INTERCESORES. Continúa la narración de la última parte del verso 9 de este capítulo 17 del libro del Éxodo. “mañana yo estaré sobre la cumbre del collado, y la vara de Dios en mi mano”; y los versos del 10 al 12 describen la razón por la que el caudillo Moisés debía subir a la cumbre. En una actitud de intercesión el levantaba las manos como suplicando la intervención del Altísimo para apoyar al pueblo en la batalla, la vara de Dios podía representar su presencia y apoyo al pueblo en la lucha. Dios había hecho muchas proezas con este instrumento, y esta era una gran ocasión para demostrarlo, Moisés no dice mi vara, la describe como la vara de Dios. Que preciosa figura tenemos aquí, donde podemos ver de qué manera podemos interceder por otros en los conflictos que se presenten. Debemos subir a las alturas de la presencia de Dios con el respaldo de su presencia con nosotros y recibiendo el apoyo de dos o más hermanos que al igual que nosotros estamos comprometidos en este bendito ejercicio de intercesión. Las manos de Moisés se cansaban, sus pies flaqueaban pero allí estaban Aarón y Hur dispuestos a sostener sus manos y sentarlo sobre aquella roca para que el respaldo de Dios continuara a favor de su pueblo. Dios no permanece pasivo ante nuestra intercesión en oración y los resultados son claramente apreciables.

3.- En la oración podemos ser ESPECTADORES. Hay un ejemplo completamente contrario al ejemplo que encontramos en el relato anterior, y es el ejemplo del sumo sacerdote Elí. Israel debía pelear contra los filisteos y en medio del fragor de la batalla encontramos a este juez sentado a la puerta de la ciudad simplemente esperando noticias de lo que estaba ocurriendo. (1Sam 4:13). No basta con estar expectantes ante las batallas que estén librando otros, ni tampoco es suficiente preocuparnos por el desenlace final de los problemas de los demás. Esto no bastó en el caso de Elí, sentado junto al camino esperando solo noticias, cuando él podía interceder tal y como lo hizo Moisés con sus colaboradores en la cumbre del collado, viendo el rigor de la pelea del pueblo de Dios. Contamos con un recurso poderoso como es el de la oración para hacer posible que el cielo entero se vuelque a nuestro favor y en favor de aquellos que más lo necesitan.

  Como reflexión final podemos preguntarnos ¿de que manera me estoy implicando en mis batallas personales y en las batallas de los que me rodean? A veces nos tocará estar como actores, en primer plano peleando las luchas espirituales que vendrán a nuestra vida; En otras ocasiones podremos estar en la cumbre del collado intercediendo por los que están en el valle peleando contra los enemigos de Dios; Lo que nunca debemos permitir es estar como simples espectadores sin implicarnos. Sigamos el ejemplo que nos han dejado estos hombres de Dios.

(Dedicado especialmente a Daniel Figuera, ya que gracias a su pregunta en la reunión de oración,  ha surgido esta meditación).

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